Tribuna:TRIBUNA LIBRE

El fútbol mercantil amenaza a su nodriza

Porque con la actual situación de déficit endémico y creciente surge, lógicamente, la necesaria creatividad de recursos financieros, por parte de los cuadros directivos. Y a partir de ahí los once publiencamísetados del club salen al campo no sólo a competir, como siempre, como toda la vida, con otros once jugadores, por conseguir los puntos en litigio. Vienen, sorprendentemente, a competir también publicitariamente con los medios de información.Sí, por ejemplo, en plan de pura hipótesis, dieciséis equipos de Primera División, sin contar ahora los de Segunda, perciben, cada uno, de prom...

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Porque con la actual situación de déficit endémico y creciente surge, lógicamente, la necesaria creatividad de recursos financieros, por parte de los cuadros directivos. Y a partir de ahí los once publiencamísetados del club salen al campo no sólo a competir, como siempre, como toda la vida, con otros once jugadores, por conseguir los puntos en litigio. Vienen, sorprendentemente, a competir también publicitariamente con los medios de información.Sí, por ejemplo, en plan de pura hipótesis, dieciséis equipos de Primera División, sin contar ahora los de Segunda, perciben, cada uno, de promedio, no más de veinte millones de pesetas por temporada/año, como medio publicitario, en conjunto extraen del mercado de presupuestos publicitarios la cifra de 320 millones. Estos 320 millones serán transferidos, digamos vampirizados, de otros presupuestos que tenían, teóricamente asignados otros medios.

Es decir, esos presupuestos descapitalizarían, al ser transferidos a los sudados pechos de los once jugadores, a los medios de información que vienen contribuyendo, desde decenios atrás, a hacer que este fútbol y sus jugadores sean social, popular y económicamente las supervedettes del deporte.

Preguntémonos... ¿A dónde iría a parar el fútbol-espectáculo, el fútbol mercantil, si los periodistas, puestos a defender su superviviencia, se declarasen en huelga de comunicación futbolística, en huelga de celo o simplemente en una política de información crítico-despectiva de un fútbol tan mercantilizado que pone en peligro el ingreso básico de sus medios, que son a su vez su sustento profesional?

Naturalmente, esto es sólo una hipótesis.

Por otra parte, analizando muy consecuentemente el alcance de la política del jugador-soporte publicitario, queda por ver cómo reaccionará en el futuro Televisión Española frente a los clubes-anuncio. Si Televisión Española va a pagar lo mismo, como un derecho de retransmisión, por retransmitir a un equipo-anuncio, que pagaba por la retransmisión de un partido de equipos publi-vírgenes, evidentemente estará regalando difusión y subvalorando su pantalla.

¿Sería correcto sugerir al señor alcalde, aunque sea del Madrid, que yo también lo soy, que grave los musculosos tórax de los jugadores de los clubes locales con el mismo impuesto municipal que están aplicando a las vallas publicitarias que se exponen en la calle o, por ejemplo, en los propios campos de fútbol?

Y, ya puestos a ver nuevos; problemas, con la invención del jugador-anuncio, confiemos en que a los abogados de la AFE no se les ocurra desempolvar jurídicamente el Decreto 917/19167/20/4, de: Presidencia del Gobierno, y con su artículo 10, el surgimiento de jugadores-objetores de conciencia.

El tal artículo, no derogado que yo sepa, dice textualmente lo siguiente: "Se considera ¡lícito toda manifestación o actividad publicitaria que utilice a la persona humana con la sola finalidad de ser soporte material de los mensajes o instrumentos de captación de la atención".

Si la cosa no tiene remedio, yo me pido la exclusiva, supongo que aún libre, de las espaldas de los árbitros y de los jueces de línea. Evidentemente, la máxima focalización óptica y oral conocida en un de fútbol.

Mi idea es muy simple. Se trataría de imprimir, con letras blancas y bien gordas, reflectantes, el siguiente escueto mensaje: "... Y yo en la tuya". Entiendo, francamente, y modestia aparte, que es una creatividad paralela genial y muy útil para la defensa de los sufridos árbitros frente a los energúmenos de grada, fondo e incluso de la tribuna.

En fin, repito lo que el titular trataba de sugerir. Estamos ante un querido, amadísimo monstruo, al que hemos hecho entre todos insaciable, pero al que tenemos que cortarle, inciertamente, alguna de las mil deformes cabezas que le están creciendo malignamente, porque, si no, como todos los monstruos en la escala biológica de la naturaleza, acabará también muriendo, desapareciendo y extinguiéndose, por ser en su momento incompatible con el medio ambiente que la humanidad deportiva, informativa e incluso comercial necesita para poder sobrevivir equilibradamente.

, Vale la pena, porque creo que todos los amantes del fútbol estamos de acuerdo en que el fútbolfútbol es un hermoso deporte espectáculo.

Roberto Arce es publicitario, presidente de una agencia de publicidad y miembro de la Asociacián Española de Agencias de Publicidad.

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