Tribuna:

Quino tiene razón

Joaquín Sierra Quino, presidente de la Asociación de Futbolistas Españoles, le ganó a Pablo Porta, presidente de la Federación Española de Fútbol, el primer asalto de la pelea que comenzaron a mantener, el lunes por la noche, en Televisión Española. Quino se anotó el round inicial por amplio margen de puntos. Porta se limitó a encajar bien los golpes. No fue certero en sus respuestas.El planteamiento que hizo Quino del nacimiento de la AFE fue sencillo. Se limitó a enumerar una serie de anomalías que la Federación amparaba. Antes de la llegada de Porta, y con él, los jugadores de fútbol...

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Joaquín Sierra Quino, presidente de la Asociación de Futbolistas Españoles, le ganó a Pablo Porta, presidente de la Federación Española de Fútbol, el primer asalto de la pelea que comenzaron a mantener, el lunes por la noche, en Televisión Española. Quino se anotó el round inicial por amplio margen de puntos. Porta se limitó a encajar bien los golpes. No fue certero en sus respuestas.El planteamiento que hizo Quino del nacimiento de la AFE fue sencillo. Se limitó a enumerar una serie de anomalías que la Federación amparaba. Antes de la llegada de Porta, y con él, los jugadores de fútbol estaban sujetos a una normativa indefendible. Tras larga lucha en las Magistraturas de Trabajo alcanzaron el reconocimiento del carácter laboral de sus contratos. Costó sudores de sangre regular el famoso derecho de retención, que les ligaba de por vida a una entidad. Les costó un infierno alcanzar los beneficios de la Seguridad Social. Les han obligado a realizar dos huelgas para asegurar el cobro de los honorarios fijados en contrato. Y aún prevarecen normas restrictivas, como la de los sub-20. El único argumento de Porta fue señalar, que las asoel aciones de jugadores también se habían constituido en otros países europeos. Efectivamente, había federaciones que mantenían normas atentatorias contra los derechos civiles de los futbolistas. Pablo Porta olvidó señalar que fueron abolidas mucho antes que en España. Los futbolistas profesionales españoles comenzaron a luchar por sus derechos cuando el resto de los europeos ya los habían adquirido. Al primero que lo hizo, José Cabrera Bazán, lo metieron en la cárcel un día de San José.

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