El almirante Sanguinetti hace un llamamiento a la reflexión sobre las relaciones Ejercito-sociedad en Occidente

«En estos tiempos en que se multiplican los golpes de Estado, desde América Latina a Turquía, en el campo de Occidente, que se supone representa la democracia, la justicia y el respeto por los derechos humanos, es interesante reflexionar sobre las relaciones entre el Ejército y la sociedad». Estas palabras corresponden al almirante Antoine Sanguinetti, ex mayor general de la Armada Francesa, que ayer pronunció una conferencia en la Fundación socialista Pablo Iglesias, de Madrid. Sanguinetti, de 64 años, es uno de los principales pensadores militares europeos, y en los últimos tiempos realiza u...

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«En estos tiempos en que se multiplican los golpes de Estado, desde América Latina a Turquía, en el campo de Occidente, que se supone representa la democracia, la justicia y el respeto por los derechos humanos, es interesante reflexionar sobre las relaciones entre el Ejército y la sociedad». Estas palabras corresponden al almirante Antoine Sanguinetti, ex mayor general de la Armada Francesa, que ayer pronunció una conferencia en la Fundación socialista Pablo Iglesias, de Madrid. Sanguinetti, de 64 años, es uno de los principales pensadores militares europeos, y en los últimos tiempos realiza una importante labor en favor de los derechos humanos en el mundo.El ex mayor de la Armada francesa (destino equivalente en la Armada española al de segundo jefe de Estado Mayor) dijo, en el curso de su conferencia, que en Francia, el Ejército, en tanto cuerpo constituido, tiene el deber absoluto de observar una estricta neutralidad en el dominio filosófico, religioso, político y sindical. «En cuanto a los militares, individualmente», manifestó, «están en posición de negarse a prestar obediencia a toda orden ilegal o inconstitucional. En su conjunto, estas disposiciones se respetan y ningún militar pone jamás en cuestión el sistema político.

El almirante Sanguinetti puso de relieve que las Fuerzas Armadas francesas no tienen en la actualidad pretensiones de poder, «aun cuando han tenido la tentación en dos ocasiones en el último medio siglo». En este sentido, precisó que «las desastrosas experiencias de Vichy y de la OAS fracasaron, la primera porque se apoyaba en una convivencia criminal con el enemigo en tiempos de guerra, lo que de paso, por otra parte, dejó en entredicho el patriotismo real de las Fuerzas Armadas. La segunda, porque, más allá de la rebelión brutal, no comportaban ningún proyecto de gobierno».

«La despolitización de las Fuerzas Armadas francesas es un hecho y no existe por su parte la tentación de ejercer el poder», dijo a continuación. «No tienen la competencia para hacerlo y les falta también el deseo y la voluntad. El único peligro reside en que el Ejército sea utilizado por una fracción civil, que pareciera disponer de una autoridad legal sobre la tropa, como sucedió en el golpe de Estado bonapartista de 1851. Pero tales acciones no tienen ya posibilidades de éxito. La República y la democracia están sólidamente implantadas, sean cuales fueran las nostalgias. Y el pueblo francés, incluyendo a la gran mayoría de los militares, siente un profundo rechazo hacia cualquier aventura militar».

Este ilustre soldado francés terminó su disertación recordando que, debido a los factores citados anteriormente, su país ha podido encarar con alguna facilidad cambios políticos tales como el advenimiento de un Gobierno socialista o la propia independencia de Argelia.

A su juicio, el Ejército francés es consciente de que no puede rechazar las decisiones del pueblo.

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