Tribuna:

El diluvio que viene

Doscientos millones de pesetas, montante aproximado de las deudas de los clubes de Segunda División, han sumido al fútbol espanol en una de las etapas más tristes de su existencia. Por doscientos millones se han invertido largas sesiones en las entidades morosas y en la propia Federación. Y finalmente los dineros no han aparecido más que por el recurso de un crédito bancario sobre los ingresos que por derechos de televisión han de venir.Una vez se supere la resaca de la huelga debería comenzarse a estudiar el diluvio que viene. Dentro de un par de años y como consecuencia de las obras de remod...

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Doscientos millones de pesetas, montante aproximado de las deudas de los clubes de Segunda División, han sumido al fútbol espanol en una de las etapas más tristes de su existencia. Por doscientos millones se han invertido largas sesiones en las entidades morosas y en la propia Federación. Y finalmente los dineros no han aparecido más que por el recurso de un crédito bancario sobre los ingresos que por derechos de televisión han de venir.Una vez se supere la resaca de la huelga debería comenzarse a estudiar el diluvio que viene. Dentro de un par de años y como consecuencia de las obras de remodelación de los estadios, la casi totalidad de las grandes sociedades futbolísticas del país entrarán en la absoluta bancarrota.

Los clubes que han de ser anfitriones del Mundial-82 yaestánen el catafalco con la soga al cuello. Devolver los créditos concedidos, a pesar del período de carencia y del benéfico interés del 11%, va a ser un drama que convendría comenzar a ensayar para que en el momento de la representación cada cual se conozca el papel sin necesidad de recurrir al apuntador.

Nadie se ha planteado formalmente el modo de recaudar los millones que se invierten ahora. Las sociedades anónimas, la publicidad en las camisetas, la explotación de todos los recursos posibles es algo que conviene estudiar ya. Los créditos no podrán considerarse en este caso deudas políticas. Habrá que pagar, y de seguir las cosas en el estado actual nadie tendrá un duro.

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