Cartas al director

Gibraltar, hoy

España espera. Quienes al conocer la noticia del viaje de los príncipes de Gales a Gibraltar tomamos para nuestro capote la resolución de no presenciar la boda del siglo, tuvimos inmediatamente la alegría de saber que don Juan Carlos y doña Sofía ya habían decidido su no asistencia. Alegría, grandísima; sorpresa, ninguna. Una vez más el Rey estaba en cabeza, como señor natural, con rápidos reflejos de dignidad humana y de españolismo sin tacha.Bien sabemos todos que en caso de una guerra por Gibraltar -inverosímil futurible- seríamos centenares de millares los españoles de to...

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España espera. Quienes al conocer la noticia del viaje de los príncipes de Gales a Gibraltar tomamos para nuestro capote la resolución de no presenciar la boda del siglo, tuvimos inmediatamente la alegría de saber que don Juan Carlos y doña Sofía ya habían decidido su no asistencia. Alegría, grandísima; sorpresa, ninguna. Una vez más el Rey estaba en cabeza, como señor natural, con rápidos reflejos de dignidad humana y de españolismo sin tacha.Bien sabemos todos que en caso de una guerra por Gibraltar -inverosímil futurible- seríamos centenares de millares los españoles de toda condición que nos ofreceríamos voluntarios. ¿No ha llegado el momento de reflexionar que somos capaces de hacer, cada uno de nosotros y en solidaridad, en la paz y por medios pacíficos, para que Inglaterra y el mundo no tengan pretextos para dudar de la indomeñable voluntad española de recuperar ese entrañable pedazo del patrio suelo? Inmejorable ocasión nos da ahora para ello el Gobierno de la señora Thatcher, que en busca de compensaciones a los fracasos de su torpe política en el Ulster, y frente a las vejadas turbas ex imperiales de los suburbios de un industrialismo declinante, no ha dudado en provocar a un país amigo, urdiendo esta maquiavélica. trampa made in pérfida Albión, obsoleta marca que creíamos fenecida.

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Nuestro Rey se encontró con el nudo gordiano tendido por la Thatcher y lo desató a la española, cortándolo con rapidez. ¿Y cada uno de nosotros?

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Por de pronto, pienso en Prado del Rey. Hay que suponer que quienes tengan en tan complicado ente la decisión última sobre sus programas -¡cualquiera lo averigua!- se habrán planteado ya la necesidad de sustituir, en la mañana del 29, la retransmisión del pintoresco desfile nupcial por un buen documental sobre Gibraltar y su secular contencioso, que podría continuarse en días sucesivos, el primero de agosto incluido, que para todo da de sí el tema. El contrato con la BBC ha de ser cancelable invocando el principio sic rebus stantibus, y si no lo fuere se paga en Lombard Street, no se retransmite y santas pascuas. La dificultad pudiera estar en que una semana resulte plazo insuficiente para que la copiosa plantilla de directivos, expertos, técnicos y ejecutores impartan, transmitan y cumplan las órdenes oportunas para el inesperado cambio. Y al final, pero no lo último, feliz vía e de luna de miel a la gentil pareja y que ellos y los hijos que engendren lleguen a regir en justicia un Reino Unido sin impuros residuos colonialistas. /

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