Calvo Sotelo intentará hoy en París abrir una nueva vía de diálogo en las relaciones hispano-galas

El presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, inicia hoy en París una visita oficial de tan sólo cinco horas de duración, con la intención de abrir una nueva etapa en las relaciones hispano-galas, hoy sometidas a la tensión que se deriva de la, hasta ahora, actitud contraria de Francia al ingreso de España en la CEE y de la pasividad que ha mantenido la Administración de París ante el problema del terrorismo vasco, tantas veces acampado y refugiado al norte de los Pirineos.

El presidente Calvo Sotelo, invitado por el jefe del Estado francés, François Mitterrand, va a intentar, una ...

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El presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, inicia hoy en París una visita oficial de tan sólo cinco horas de duración, con la intención de abrir una nueva etapa en las relaciones hispano-galas, hoy sometidas a la tensión que se deriva de la, hasta ahora, actitud contraria de Francia al ingreso de España en la CEE y de la pasividad que ha mantenido la Administración de París ante el problema del terrorismo vasco, tantas veces acampado y refugiado al norte de los Pirineos.

El presidente Calvo Sotelo, invitado por el jefe del Estado francés, François Mitterrand, va a intentar, una vez más por parte hispana, abrir una línea de diálogo y crédito a las autoridades francesas en pos del final de una dialéctica de la afrenta y la tensión que tuvo sus máximos exponentes en el absoluto aislamiento al que fue sometida por París la II República Española y en el desprecio e ignorancia con el que el ex presidente Valéry Giscard d'Estaing trató los cinco primeros años de la joven y débil democracia española.En Francia han cambiado mucho las cosas en los últimos días y semanas, y de ahí la esperanza que rodea esta visita, de la que en Madrid (con la máxima prudencia y a pesar de los errores del palacio de Santa Cruz, con intempestivas llamadas a capítulo al embajador galo) no se esperan resultados inmediatos, aunque sí la clarificación, en sus líneas generales, de las posiciones galas ante los problemas primeros transpirenaicos. Calvo Sotelo, que viene a París como niño con zapatos nuevos y con la curiosidad malsana con la que los poderosos empresarios de la derecha otean a los poderosos intelectuales de la izquierda, tiene la intención de faire confiance (de confiar) en la predisposición democrática, humanística y progresista del presidente Mitterrand, que, en su opinión, ha de coincidir con los primeros intereses de la democracia española.

El presidente del Gobierno español, que presume de conocer al detalle los escritos del primer socialista de Francia y que de seguro trae ya in mente alguna pomposa cita con la que (salvo rectificación de última hora) piensa adornar su tradicional y pomposo -aunque a veces tenso- diálogo diplomático, está dispuesto a dar tiempo a estas relaciones, que, según fuentes próximas al madrileño palacio de la Moncloa, «fueron muy malas durante los cinco últimos años del mayestático mandato de Giscard». En principio, pues, no hay prisas, aunque si hay resultados serán bien venidos a España. Y resulta dos sólo pueden ser dos a plazo inmediato: el anuncio de la apertura de las negociaciones agrícolas para el ingreso de España en la CEE y la definitiva cooperación París-Madrid en la cuestión vasca.

Sobre este segundo tema, que será el primero en lo político, hay que señalar que en la Moncloa se subrayó el hecho de que el jefe de la diplomacia gala, Claude Cheysson, no descartó en Madrid la concesión de alguna de las extradiciones pedidas por España y concedida por los tribunales galos. Ni la descartó ni la prometió. También se espera la supresión del derecho de asilo y de la carta de refugiados a los españoles mientras se recuerdan los altos niveles de las libertades en España (democracia, libertad de expresión, autonomía vasca, derecho de recurso al Consejo de Europa, abolición de la pena de muerte, etcétera), alguno de ellos por encima de los techos franceses, como son la pena de muerte, el recurso a la Asamblea de Estrasburgo y el desarrollo autonómico. Asimismo, se espera la colaboración policial intensa, que, en opinión de muchos, será mucho más importante que la cuestión de las extradiciones. «Si Rosón no sale por peteneras, vendrá pronto a París a entrevistarse con su homólogo francés», se asegura de fuente hispana bien informada, donde también se anuncia el deseo hispano de que llegue a la capital francesa el ministro de Justicia, Fernández Ordóñez, para hablar de extradiciones.

La segunda cuestión en debate, y también de apoyo a la consolidación democrática española, es la CEE. España pedirá por enésima vez a Francia el desbloqueo negociador, es decir, la apertura del capítulo agrícola del diálogo Madrid- Bruselas, pase lo que pase en las reformas agrícola y presupuestaria de la CEE, que ya se anuncian casi eternas en el seno de la Comunidad, a la vista de las posiciones esgrimidas en el último Consejo Europeo de Luxemburgo (o cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la CEE), que dio paso a una presidencia británica de la Comunidad que nada va a facilitar el conformismo europeo de la nueva grandeur de Francia, ya instalada en el despacho de De Gaulle del palacio del Elíseo. Todo hace pensar que Madrid deberá esperar otros seis meses, es decir, hasta enero, para reanudar las conversaciones negociadoras o abrir el capítulo agrícola que es la clave de este diálogo con los diez, y que «siempre bloqueó Francia en todos sus frentes, aunque, desde luego, sabemos que hay problemas de pesca con Londres, agrícolas con Italia y sociales con Francia», se puntualiza en la Moncloa.

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Intercambios comerciales

Quedan también otras cuestiones menos urgentes en lo político: los intercambios cormerciales, hoy favorables a España; ciertas operaciones, como la posible compra de los aviones de combate Mirage F-1, y la cooperación en la esfera internacional. En el palacio monclovita de escayola y tapices se dice que, «en contra de lo que ocurrió con Giscard, no será el mercantilismo lo que marque este contacto de París» y, en general, las relaciones con Francia. El optimismo no es siempre buen consejero, y menos en estos casos. De todas maneras, el corto desplazamiento quizá no dé para muchos debates. Sí se hablará del Sahara -donde Francia manda mucho-, de Oriente Próximo -donde Mitterrand quiere influir en favor de Camp David, y en contra de la posición hispana- y de América Latina, donde la diplomacia gala prepara un desembarco por América Central y frente a las iniciativas de Reagan.En la Moncloa se ha dicho que las distancias París- Washington pueden redundar en un acercamiento París-Madrid. Esto sería real si Madrid no estuviera, en los momentos actuales, negociando una mayor sumisión al Departamento de Estado y al Pentágono a través de un nuevo acuerdo bilateral y con la perspectiva de entrada de España en la OTAN. Lo que sí se anuncia es la batalla de América Latina, en la que Mitterrand puede hacer valer su prestigio, como lo hará ante la próxima cumbre Norte-Sur de Cancum (México), donde, inexplicablemente, España brilla por su ausencia.

Para concluir, dos casi anécdotas que enmarcan el ambiente del viaje. La primera es que en la Secretaría de Estado para la Información se nos ha señalado o subrayado que Calvo Sotelo es invitado de Mitterrand, y no del primer ministro, Pierre Mauroy, como gesto que, en su opinión, marca las distancias con los problemas de protocolo que Suárez tenía con Giscard en Parísy Madrid. Hasta ahí la posición hispana. En París hemos comprobado que Calvo Sotelo pasará primero a ver a Mauroy en Matignon, y luego a Mitterrand. El desempate de esta interpretación contradictoria se verá con el tiempo ante el tratamiento que Mitterrand dispense a Margaret Thatcher o al canciller Schmidt, por ejemplo.

La segunda cuestión es casi de cocina interna. Calvo Sotelo ha hecho unas declaraciones exclusivas al diario Le Monde, en las que dice (véase crónica de nuestro corresponsal), lo mismo que of the record dijo a los informadores hispanos en un desayuno en la Moncloa. Toda una descortesía esta para la Prensa hispana, que, si se nos permite la broma, la Secretaría de Estado para la Información debería de calificar de inadmisible, según su reciente lenguaje y en defensa de los intereses españoles. El castigo les vino por sí solo a los autores del desaguisado informativo: el prestigioso vespertino de París abrió su primera página con una brillante e interesante entrevista (la primera desde su llegada al Elíseo) concedida por François Mitterrand. La declaración hispana quedó relegada a la parte baja de la página seis.

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