Cartas al director

.Los inconvenientes de Talbot

Desde hace año y medio sufro pacientemente los inconvenientes de un Talbot 150 que, atraído por tan llamativas campañas publicitarias, tuve la ocurrencia de comprar. Día a día he ido comprobando las falacias de tan singulares reclamos, resintiéndose mi bolsillo con un elevado consumo y con los gastos de unas averías que no tenían razón de ser dado el kilometraje hecho con el vehículo. La semana pasada, sin embargo, mi indignación desbordó mi paciencia cuando, después de llevar a revisar la dirección, a la que notaba síntomas, extraños, me dicen que debo cambiar la cremallera de dirección porqu...

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Desde hace año y medio sufro pacientemente los inconvenientes de un Talbot 150 que, atraído por tan llamativas campañas publicitarias, tuve la ocurrencia de comprar. Día a día he ido comprobando las falacias de tan singulares reclamos, resintiéndose mi bolsillo con un elevado consumo y con los gastos de unas averías que no tenían razón de ser dado el kilometraje hecho con el vehículo. La semana pasada, sin embargo, mi indignación desbordó mi paciencia cuando, después de llevar a revisar la dirección, a la que notaba síntomas, extraños, me dicen que debo cambiar la cremallera de dirección porque en este modelo suele salir defectuosa y, normalmente, dura poco más de un año. Claro que esto, visto por el lado optimista, debería agradecer a la providencia el no haberme estrellado por cualquier carretera y el haber acertado a tiempo con la avería.Hace unos meses, un problema similar era abordado por el Gobierno americano, obligando a una marca de fabricación de automóviles del país a retirar todos los coches de un determinado modelo si no eran capaces de demostrar, tras un examen riguroso, que no existía ningún peligro de circulación con la modificación hecha y que, por supuesto, corría a cargo del fabricante.

Yo preguntaría a los fabricantes de la marca en Villaverde si serían capaces de enfrentar este modelo dentro de un libre mercado con posibilidades de éxito o si es que aún siguen amparándose en la poca viabilidad que el español medio tiene de conseguir marcas de importación, teniendo que soportar con estoicismo los coches más caros y peor terminados de Europa./

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