La otra censura

Parece que nuestra nunca bien ponderada Televisión ha dado nuevamente en el clavo: deciden eliminar, o no renovar el presupuesto, de Pop-grama, en un momento en el que dicho espacio -tal vez con Flamenco- es lo único digno y vivo en toda la programación musical. Programación que se halla parcelada a mayor gloria de las multinacionales discográficas, regida por los principios de «cuanto más grosero, mejor», presentada por personajes cuyo interés por la música popular es más que dudoso, despreciando la música en vivo en favor del insoportable playback, negándose a ver en el ...

Parece que nuestra nunca bien ponderada Televisión ha dado nuevamente en el clavo: deciden eliminar, o no renovar el presupuesto, de Pop-grama, en un momento en el que dicho espacio -tal vez con Flamenco- es lo único digno y vivo en toda la programación musical. Programación que se halla parcelada a mayor gloria de las multinacionales discográficas, regida por los principios de «cuanto más grosero, mejor», presentada por personajes cuyo interés por la música popular es más que dudoso, despreciando la música en vivo en favor del insoportable playback, negándose a ver en el pop algo más que una forma fácil de vender discos y enseñar señoritas haciendo que bailan en un juego estúpido de erotismo-quiero-y-no-puedo.Pop-grama estaba en su presente etapa presentando programas divertidos a la vez que instructivos, ofreciendo panoramas de diversos estilos, apoyando lo más sano de la música de hoy (que no es lo más rentable para los capitostes del tinglado musical). Supongo que era demasiado atrevido para Televisión el incluir en su segunda cadena un programa que negaba su vergonzosa entrega a las grandes empresas del disco. Si el Ministerio de Cultura hiciera algo más que fingir interés por los problemas de la música y los músicos, debería ponerse en marcha para impedir esa indignante claudicación que supone la eliminación física de Pop-grama, el único espacio de calidad y nivel crítico referente a estos temas./