Un millón de polacos conmemorará hoy en Gdansk la insurrección del Báltico de 1970

Lech Walesa líder del sindicato independiente polaco Solidaridad, anunció el domingo la convocatoria para hoy martes de una manifestación monstruo -en la que se esperan un millón de participantes- en conmemoración de los disturbios laborales de diciembre de 1970, en las ciudades del Báltico polaco, que arrojaron el balance oficial de 45 muertos, 1.165 heridos, 3.000 detenidos, diecinueve edificios y 220 tiendas quemadas.

Cerca de mil delegados del nuevo sindicato campesino Solidaridad Rural se reunieron, por primera vez, el domingo en Varsovia, y reivindicaron la legalización de su ...

Lech Walesa líder del sindicato independiente polaco Solidaridad, anunció el domingo la convocatoria para hoy martes de una manifestación monstruo -en la que se esperan un millón de participantes- en conmemoración de los disturbios laborales de diciembre de 1970, en las ciudades del Báltico polaco, que arrojaron el balance oficial de 45 muertos, 1.165 heridos, 3.000 detenidos, diecinueve edificios y 220 tiendas quemadas.

Cerca de mil delegados del nuevo sindicato campesino Solidaridad Rural se reunieron, por primera vez, el domingo en Varsovia, y reivindicaron la legalización de su organización, amenazando incluso, para obtenerla, con recurrir a la huelga el próximo día 30.El punto álgido de la ceremonia de hoy será la inauguración, en los astilleros Lenin de Gdarisk, de un monumento compuesto por tres cruces, de más de cuarenta metros de altura, dedicado a las víctimas de la insurrección del Báltico que, según fuentes disidentes, superaron la cifra de doscientas.

Esta sangrienta represión traumatizó al país, provocando la «jubilación política» anticipada del ex líder, Wladyslaw Gomulka, que cedió su cargo de secretario general del partido comunista a Edvard Gierek, quien a su vez tuvo, este año, que ceder ante los obreros de los astilleros Lenin, auténtico Kronstadt polaco, y abandonar la dirección del POUP.

Pero la inauguración de hoy preocupa tanto a los organizadores de Solidaridad como al Gobierno. El propio Lech Walesa expresó recientemente en Varsovia su temor ante «posibles provocaciones», al tiempo que los obispos polacos pedían en un comunicado que «las ceremonias se desarrollen en un ambiente de tranquilidad, seriedad y profunda reflexión».

Las autoridades desean, por su parte, que un ambiente de «unidad nacional» sea la tónica de la ceremonia, olvidando de una vez la tragedia.

La relativa calma reivindicativa de los sindicatos independientes polacos se ha visto interrumpida de nuevo por la petición de los agricultores, que insisten en la legalización de su organización profesional.

En la reunión de los delegados de Solidaridad Rural, que afirma tener 600.000 afiliados, se adoptó seguir la misma, línea que Solidaridad Obrera, cuyos representantess solicitaron a los agricultores moderación.

Ignorando aparentemente estos consejos, los agricultores, propietarios y campesinos asalariados, amenazaron con recurrir a la huelga si, como ha sucedido en dos ocasiones anteriores, el Gobierno mantenía su negativa de legalizarles. Las autoridades de Varsovia alegaron que, según el derecho internacional, los agricultores no son patronos ni empleados y, por tanto, no tienen derecho a fundar una organización sindical.

Repercusiones en Hungría

La sombra de los acontecimientos de Polonia marcó el congreso de los sindicatos polacos, que finalizó el domingo en Budapest. Una doble preocupación se hizo notar en los debates: modernizar y mejorar la actuación de los sindicatos, pero permaneciendo fiel a los principios socialistas.Un principio ha quedado claramente establecido por el secretario general de los sindicatos húngaros, Sandor Gaspar; la independencia del sindicato de cara al partido es impracticable en régimen socialista.

En este contexto estaba descartada la presencia en el congreso de representantes de Solidaridad.