El cierre patronal de Lemóniz, "maniobra para descabezar el movimiento sindical"

El cierre patronal de las obras de la central nuclear de Lemóniz, decidido el pasado día 13, veinticuatro horas después de que fuera comunicado el despido a cuatrotrabajadores, es interpretado por la coordinadora de comités de empresa de las diversas contratas que operan en la central como «una provocación minuciosamente preparada por Iberduero para descabezar el movimiento sindical y preparar así futuros planes de reestructuración de las plantillas». La empresa eléctrica propietaria de la central insiste, por su parte, en que se trata de meras medidas disciplinarias determinadas «por el clima...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

El cierre patronal de las obras de la central nuclear de Lemóniz, decidido el pasado día 13, veinticuatro horas después de que fuera comunicado el despido a cuatrotrabajadores, es interpretado por la coordinadora de comités de empresa de las diversas contratas que operan en la central como «una provocación minuciosamente preparada por Iberduero para descabezar el movimiento sindical y preparar así futuros planes de reestructuración de las plantillas». La empresa eléctrica propietaria de la central insiste, por su parte, en que se trata de meras medidas disciplinarias determinadas «por el clima de amenazas, violencia y coacción fomentado por los trabajadores ».

Para los representantes de la coordinadora, que ofrecieron su versión del conflicto que paraliza Lemóniz desde hace seis días en una conferencia de Prensa celebrada ayer en Bilbao, el encadenamiento de hechos, que va del intento de traslado de dos obreros al cierre total de las instalaciones, parece tender a provocar una respuesta incontrolada de los trabajadores que permita una serie de despidos selectivos antes de fin de año. Esta hipótesis se basaría en la convicción de que el plan de Iberduero consiste en poner rápidamente en marcha el primer reactor, en la esperanza de que el efectivo funcionamiento, aunque fuera parcial, de la planta tendrá un efecto desactivador del movimiento popular de resistencia a la nucleariación de Euskadi. Esa desactivació permitiría ultimr posteriormente la segunda fase: de la obra en condiciones más favorables para la empresa.

De ser así, pronto sobraría personal en las obras, al menos hasta que se decidiera acelerar la segunda fase. La resistencia sindical a nuevos despidos, reforzada por el pacto firmado hace año y medio garantizando el mantenimiento de la plantila durante 1980, explicaría la nueva actitud de la. empresa, tendente -según esa lógica- a descabezar el movimieno sindical como paso previo a una serie de despidos generalizados. Por otra parte, el hecho de que en breve plazo deba procederse a realizar las pruebas hidrostáticas de las turbinas -lo que, por razones de seguriad, supondría la paralización de las obras de montaje durante diez o doce días- convertiría los meses de noviembre y diciembre en los más adecuados para una operación como la denunciada por la coordinadora.

Archivado En