Cartas al director

Buenas intenciones

En un país como éste, tanto los ciudadanos como el Gobierno son incapaces de derrochar la imaginación suficiente para no caer en eso de lo que tanto se habla ahora, el desencanto, esperando, tanto el uno como los otros, que alguien o algo pongan remedio a nuestro mal nacional.El empresario que lo pongan sus obreros, produciendo más; los obreros, por su parte, quieren cobrar más sin pararse a mirar el gran paro que existe, sin el menor gesto de solidaridad. Esto se podría extender al campo cultural, esperando los estudiantes que su ministro del ramo les arregle sus problemas.

En el terre...

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En un país como éste, tanto los ciudadanos como el Gobierno son incapaces de derrochar la imaginación suficiente para no caer en eso de lo que tanto se habla ahora, el desencanto, esperando, tanto el uno como los otros, que alguien o algo pongan remedio a nuestro mal nacional.El empresario que lo pongan sus obreros, produciendo más; los obreros, por su parte, quieren cobrar más sin pararse a mirar el gran paro que existe, sin el menor gesto de solidaridad. Esto se podría extender al campo cultural, esperando los estudiantes que su ministro del ramo les arregle sus problemas.

En el terreno cultural se podría fomentar el gusto por la lectura, potenciándola desde las asociaciones de vecinos o barrios, adquiriendo locales para lecturas.

En el terreno sindical también deberían intentarse nuevas iniciativas, yendo hacia una unión de sindicatos (modelo inglés), puesto que, pese al buen funcionamiento de los comités de empresa en un primer momento, vemos que nuestras posiciones van retrocediendo, en parte por la apatía de los trabajadores en asambleas y por la dependencia que vemos en los sindicatos amarillos y de clase de los partidos. /

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