Tribuna:

No le perdonarán

Los últimos presidentes del Comité de Competición han tenido una promoción personal envidiable. Santiago Foncillas, al abandonar la Federación Española de Fútbol, pasó a presidir la Campsa; Jaime de Pedro Hernández fue nombrado delegado provincial de Hacienda de Madrid; Andrés Reguera fue ministro de Información; Julián Camacho es hoy delegado de Hacienda de Madrid; Antonio Martínez Lafuente, actual presidente del comité, tendrá que pasar muy malos ratos antes de llegar al puesto que le corresponda dada la tradición del cargo. Deportivamente ha firmado su sentencia de muerte.Martínez Lafuente ...

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Los últimos presidentes del Comité de Competición han tenido una promoción personal envidiable. Santiago Foncillas, al abandonar la Federación Española de Fútbol, pasó a presidir la Campsa; Jaime de Pedro Hernández fue nombrado delegado provincial de Hacienda de Madrid; Andrés Reguera fue ministro de Información; Julián Camacho es hoy delegado de Hacienda de Madrid; Antonio Martínez Lafuente, actual presidente del comité, tendrá que pasar muy malos ratos antes de llegar al puesto que le corresponda dada la tradición del cargo. Deportivamente ha firmado su sentencia de muerte.Martínez Lafuente se tomó en serio el cargo federativo. Desde el primer día trató de impartir justicia de manera absolutamente independiente. Afortunadamente para el fútbol, en los últimos años, el Comité de Competición no ha sido manipulado como era costumbre. En un año especialmente conflictivo, Martínez Lafuente se ha tenido que enfrentar no sólo al escándalo patrocinado por ciertos dirigentes irresponsables, sino a las malas artes tantas veces denunciadas, pero nunca estudiadas y mucho menos perseguidas.

Martínez Lafuente ha sido el primer presidente del Comité de Competición que ha llegado al fondo de una compraventa de partido, y el primero que ha sancionado por la concesión de primas a terceros. Martínez Lafuente ha sido eficaz y honesto, y ha tenido el valor de enfrentarse a los grandes. Por eso se quedará solo. No se lo perdonarán.

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