Cartas al director

La Constitución y la prensa

Los continuos procesamientos de que son víctimas los periodistas en nuestro país configuran una bochornosa situación que nos atañe a todos y que hipoteca las libertades consagradas en la Constitución. De no ser atajada, la actual situación supondrá el entierro de unas libertades apenas estrenadas.El procesamiento de periodistas, cineastas e intelectuales, haciendo caso omiso de la norma constitucional, es un problema que, insisto, nos concierne a todos y que involucra a las personas que, por su autoridad, tienen la responsabilidad de velar por el cumplimiento de la Constitución; es decir, la l...

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Los continuos procesamientos de que son víctimas los periodistas en nuestro país configuran una bochornosa situación que nos atañe a todos y que hipoteca las libertades consagradas en la Constitución. De no ser atajada, la actual situación supondrá el entierro de unas libertades apenas estrenadas.El procesamiento de periodistas, cineastas e intelectuales, haciendo caso omiso de la norma constitucional, es un problema que, insisto, nos concierne a todos y que involucra a las personas que, por su autoridad, tienen la responsabilidad de velar por el cumplimiento de la Constitución; es decir, la ley suprema y fundamental de España. Esa responsabilidad alcanza la cúspide y el vértice del Estado. Hacer dejación de esa responsabilidad implica incurrir en provocación.

Somos muchos los que votamos la Constitución por el solo hecho de que suponía la abrogación (insisto en el término de abrogación, y no derogación) de toda legislación y reglamentación anterior que se opusiera al espíritu y a la letra de nuestra ley fundamental. La Constitución española viene siendo,en consecuencia, violada desde su promulgación.

En cualquier caso, el mantenella y no enmendalla de que dan prueba a diario nuestros gobernantes es la negación del espíritu democrático de que se dicen informados.

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Si no queremos que ese cáncer nos carcoma a todos, hay que elevarse enérgicamente contra la jauría de los lobos que siempre combatieron las libertades y que, permaneciendo en el poder sin haber sido depurados, se revelan incapaces de amoldarse a los nuevos tiempos. Esa protesta tiene que tener todo un carácter nacional, pero deberá trascender al mismo tiempo más allá de nuestras fronteras y plantearse en todas las tribunas, foros y tribunales que sea necesario.

En nuestra propia casa seguimos violando los principios más elementales de los derechos humanos, la originalidad, el respeto y la inviolabilidad a que son acreedores quienes expresan libremente su pensamiento. /

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