La política industrial futura tendrá que partir de la economía de mercado

La necesidad de someter la política industrial futura al tamiz de la economía de mercado es la primera conclusión provisional a la que han llegado expertos en la materia reunidos en el simposio que sobre « La política industrial en la década de los ochenta», desarrolla en la actualidad el Ministerio de Industria y Energía.La primera consideración de los diferentes ponentes al tratar el tema es que, desde los años sesenta, los cambios estructurales en la industria han sido rápidos y radicales. Ya no existe una mano de obra barata procedente de la agricultura o femenina ni un mercado en expansió...

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La necesidad de someter la política industrial futura al tamiz de la economía de mercado es la primera conclusión provisional a la que han llegado expertos en la materia reunidos en el simposio que sobre « La política industrial en la década de los ochenta», desarrolla en la actualidad el Ministerio de Industria y Energía.La primera consideración de los diferentes ponentes al tratar el tema es que, desde los años sesenta, los cambios estructurales en la industria han sido rápidos y radicales. Ya no existe una mano de obra barata procedente de la agricultura o femenina ni un mercado en expansión continua como consecuencia de acuerdos económicos y mercados de libre cambio. Tampoco se ofrecen tecnologías disponibles que muchos países emplearon hasta alcanzar a los más avanzados ni una estabilidad monótona que posibilitara la inversión con seguridad y aprovechar las economías de escala que permitía la demanda.

A todas estas circunstancias ha sucedido, desde finales de los sesenta, una inflación y una crisis que evolucionan en sentido creciente, de tal forma que el ciclo ya no se recupera. La crisis del petróleo, además, promueve una adaptación más dificil a la nueva situación, y las medidas inflacionistas llevan a la recesión a través, entre otros capítulos, de un encarecimiento de la inversión.

El proceso de ajuste a las nuevas circunstacias económicas puede plantear, según las distintas ponencias, graves problemas por su acusada lentitud. Las salidas posibles pasan por la adopción de una política de liberalización comercial y por la reestructuración.

Paralelas a estas posibles soluciones circulan los imprescindibles recortes a las políticas intervencionistas y, de forma especial, a la presencia del sector público, que puede convertirse en un factor de rigidez tal que no permita una adaptación fácil al cambio en el actual período de crisis. «La intervención de los Gobiernos», dice la ponencia relativa a Cambios estructurales en la industria, «subsidiando empresas dificulta aún más el cambio y la readaptación internacional.

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