Cartas al director

Los trabajos de la Iglesia

No le falta razón a Fernando González,en su carta del día 26 de abril, quejándose del poco espíritu de trabajo que a menudo se observa. Pero se equivoca de medio a medio cuando pregunta sobre quién trabaja en la Iglesia. ¡Qué desconocimiento de las cosas! Por de pronto, son muchos en la Iglesia los que se dedican a la enseñanza en centros, incluso universidades, propios o ajenos, con dedicación y competencia no menor que la de otros catedráticos. También el campo de la beneficencia ocupa a muchas personas de la Iglesia, como los Hermanos de San Juan de Dios ynumerosísimas religiosas. Tampoco p...

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No le falta razón a Fernando González,en su carta del día 26 de abril, quejándose del poco espíritu de trabajo que a menudo se observa. Pero se equivoca de medio a medio cuando pregunta sobre quién trabaja en la Iglesia. ¡Qué desconocimiento de las cosas! Por de pronto, son muchos en la Iglesia los que se dedican a la enseñanza en centros, incluso universidades, propios o ajenos, con dedicación y competencia no menor que la de otros catedráticos. También el campo de la beneficencia ocupa a muchas personas de la Iglesia, como los Hermanos de San Juan de Dios ynumerosísimas religiosas. Tampoco parece acordarse el señor González de los miles de misioneros que en Africa, India, etcétera, sientan las bases de la civilización en poblaciones atrasadas. Entre los sacerdotes se encuentran numerosos escritores, como saben los que siguen la producción bibliográfica. Potentes editoriales han sido fundadas y siguen en manos de sacerdotes, como El Mensajero, PPC y tantas otras; desde 1901 sale a la luz la revista Razón y Fe, a la que han seguido Ciencia Tomista, La Ciudad de Dios y docenas de otras más, que es imposible enumerar aquí. Pero lo propio del sacerdote es consagrar su vida al culto, a la administración de sacramentos, a la catequesis, a su despacho parroquial y a su archivo, a la preparación de conferencias y homilías y a dirigir tandas de ejercicios, encuentros, etcétera. Esto sin desatender la conservación de edificios a veces demasiado viejos o levantarlos de nueva planta. El sacerdote es consejero sagaz y gratuito en mil peripecias de la vida. Todo esto, que está a la vista, no puede ignorarlo una persona culta./

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