Tribuna:

Balance semanal muy negativo

La pasada semana resultó, a efectos bursátiles, la más negativa del presente año. Y ello no tanto por los cuatro mínimos consecutivos que se apuntaba el índice general del mercado de valores madrileño, ni tan siquiera por las apreciables cesiones que reflejaban los precios de los valores negociados en los mercados catalán y vasco, sino por los nervios e inseguridad que se observaban en los parqués de las distintas bolsas.En este sentido, la sesión más significativa resultó la del jueves. En ella se apreció una ligera cesión en las tensiones vendedoras, siempre insatisfechas en el sector bancar...

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La pasada semana resultó, a efectos bursátiles, la más negativa del presente año. Y ello no tanto por los cuatro mínimos consecutivos que se apuntaba el índice general del mercado de valores madrileño, ni tan siquiera por las apreciables cesiones que reflejaban los precios de los valores negociados en los mercados catalán y vasco, sino por los nervios e inseguridad que se observaban en los parqués de las distintas bolsas.En este sentido, la sesión más significativa resultó la del jueves. En ella se apreció una ligera cesión en las tensiones vendedoras, siempre insatisfechas en el sector bancario, pero en contra se observaba un incremento notable en el número de títulos puestos a la venta para el resto de los grupos, junto con una drástica retirada de los ya de por sí mermados efectivos compradores.

Valores con especial significación propia, como son Dragados, Urbis, Energías y Petróleos, sufrían importantes correcciones a la baja en sus cambios, que les llevaban a precios mínimos históricos, sin que los esfuerzos de sus «cuidadores» sirviesen más que para mitigar en parte sus caídas.

En Dragados se acusaba la presencia de alguna orden vendedora de particular entidad que, ante la imposibilidad de operar en Madrid, se desviaba hacia los mercados periféricos, donde el control de cambios es menos férreo, y colocaba el precio hasta cinco puntos por debajo de las posiciones del mercado madrileño.

Urbis reflejaba el alejamiento del pago de su dividendo, y tras unas oscilaciones diarias importantes, que en algunos casos suponían hasta el 10% del precio del valor, reposaba sobre la cota del 25%, cambio que aparentemente defiende sin excesivas dificultades.

Energías, por su parte, descontaba unos insistentes rumores sobre los resultados negativos del pasado ejercicio y perdía, pese a todos los esfuerzos, el 20%.

Mientras Petróleos flexionaba a la baja, incapaz de hacer frente a una oferta acumulada desde que se difundieron los rumores sobre una posible ampliación de capital, y en concreto el viernes cerraba a 103% a pesar de que la mayor parte de las operaciones del día se realizaron a 102%.

Los bancos comerciales y las eléctricas conseguían de alguna manera librarse de la quema. Los primeros, gracias a la graciosa flexibilidad, valga la redundancia, que les permitía la Junta Sindical de Madrid y a las compras de sus acciones que realizaban las propias entidades. El caso de las eléctricas era distinto. Aquí sus especialistas utilizaban una vieja técnica, consistente en realizar el negocio en breves minutos, cuantos menos mejor, y con ello dejar fuera de juego a los retrasados. Con todo, este grupo era el menos presionado por el papel, porque por el momento los criterios de rentabilidad siguen siendo válidos y los principales suministradores de papel, eso si, después de hora, suelen ser las cajas de ahorro, lo que no supone ninguna novedad.

Los bancos industriales sí pasaron senos apuros, y, en concreto, el Urquijo acumula unas pérdidas considerables en los últimos cielos.

La negociación de letras de cambio se mantuvo en unos niveles más que aceptables. Los cien millones de negocio eran superados en el mercado madrileño, y se consolidaba el 13,5% como tipo de descuento más usual.

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