Tribuna:

La verdad, vestida de negro

¿España!iEspaña! La gran suerte del pequeño Núñez es, además del descubrimiento y construcción de incontables chaflanes que a punto están de convertir Barcelona en una ciudad suburbial y banusiana, la de haber dicho lo que está en el corazón y en el entendimiento de millones y millones de aficionados al espectáculo del fútbol. Todos lo vieron. Núñez ha ganado la votación por una mayoría que de tan aplastante parece enteramente franquista. Como si nada hubiera cambiado. Los blancos siguen siendo inmaculados y, por tanto, continúan teniendo a su servicio la verdad vestida de negro.

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¿España!iEspaña! La gran suerte del pequeño Núñez es, además del descubrimiento y construcción de incontables chaflanes que a punto están de convertir Barcelona en una ciudad suburbial y banusiana, la de haber dicho lo que está en el corazón y en el entendimiento de millones y millones de aficionados al espectáculo del fútbol. Todos lo vieron. Núñez ha ganado la votación por una mayoría que de tan aplastante parece enteramente franquista. Como si nada hubiera cambiado. Los blancos siguen siendo inmaculados y, por tanto, continúan teniendo a su servicio la verdad vestida de negro.

Hay más. Se dice que Stielike en sus ratos libres lee apasionadamente a Hegel y cuando se cansa de descifrar canta algún que otro tierno lieder, de Schubert. Pero para desgracia del cultivo de su espíritu, apenas su oficioso vaguear encuentra tiempo.

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Que es mucho el que requiere tanta patada: la una, precisa y clarividente, dedicada al balón; la mucha, la muchísima, la incalculable, dirigida al pie, la pierna, la rodilla, el muslo y la tripa del contrario. La verdad vestida de negro impasible el ademán (o imposible el alemán como cantábamos de pequeños). Siempre que juega el Madrid, la verdad vestida de negro se asemeja mucho a un cura preconcillar. O conciliar. O posconcillar. Que tanto da. Y si no que se lo pregunten a Clavero que vio el partido. También se le puede preguntar a Oreja Aguirre alguna que otra cosa. Digo esto, como de pasada porque tanto uno como otro, mucho deben saber de pactos con curas.

A través del trucado sonido de la RTVE tan sólo se alcanzaba a oír el patriótico, unitario, incomovible, histórico, santiaguino, isabelino, imperial. Me dicen que hubo otros. Y tal vez Rincón, ciudadano español, circunstancialmente vestido de paisano y no de blanco, haya sido capaz de sintetizar tanto sentimiento enronquecido. Afirma la letra impresa en un conocido órgano de la opinión pública de la localidad -progubernamental, se murmura- que al final del partido dijo: «Os tenían que fusilar.» ¡Qué feliz hallazgo! Nunca sentimiento y razón encontraron un tan profundo maridaje. ¡Ah, cuando la mente razona y el corazón siente! Entonces es cuando la historia avanza, cuando la verdad, ya sin colores, triunfa. Y es que Stielike es, con toda seguridad, un hegeliano de derechas. Y su implacable, alemana argumentación ha calado muy hondo en el equipo vestido de blanco. No tratemos de llegar al fondo de su pensamiento brillante y eficaz a un tiempo. Contemplemos asombrados su forma final. Ya se sabe que la mucha luz deslumbra, enceguece. Pero seamos valientes. ¿Hay algo que valga más que el conocimiento? Ciegos, pero sabios, y la Forma, la Luz, el Todo es simple, como lo Bello. Olvidemos la diplomacia secreta y la larga senda del franquismo. Dejémonos de anécdotas. Sepamos alcanzar la Categoría que nos impondrá la paz en el espíritu por los siglos de los siglos. Oigamos y recemos: el Real Madrid es el Estado.

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