El discurso sobre la infancia

Es muy difícilmente soportable el silencio represivo a que nos condenan la comunicación monologante del aparato jurídico del Estado y la infraestructura de los medios de comunicación. ¿A quién hay que quemar inquisitorialmente en esta ocasión: al editor de El libro rojo del cole, a Roméu -pues los autores del texto son suecos- o a Cristina Almeida? Mientras presenciamos la fogata, absolutamente deslumbrados, el capital y sus portavoces implantan el Estatuto de Centros Docentes. El libro rojo del cole deviene un pretexto instrumentalizado y la infancia permanece en su silen...

Es muy difícilmente soportable el silencio represivo a que nos condenan la comunicación monologante del aparato jurídico del Estado y la infraestructura de los medios de comunicación. ¿A quién hay que quemar inquisitorialmente en esta ocasión: al editor de El libro rojo del cole, a Roméu -pues los autores del texto son suecos- o a Cristina Almeida? Mientras presenciamos la fogata, absolutamente deslumbrados, el capital y sus portavoces implantan el Estatuto de Centros Docentes. El libro rojo del cole deviene un pretexto instrumentalizado y la infancia permanece en su silencioso pozo de alienación manipulada.Ahora, El libro rojo del cole; algunos meses antes, ¡A ver!, de H. Fleischhauer-Hardt y W. McBride. El discurso sobre la infancia y su realidad, que continúa siendo sistemáticamente mutilado por la violencia del poder -en forma de censura- sigue perfectamente vigente en textos tales como Los niños primero, de Ch. Rochefort; La descolonización del niño, de G. Mendel; Album sistemático de la infancia, de R. Schérer y G. Hocquenghem; El buen sexo ilustrado, de T. Duvert, etcétera. Nuevos atentados a la libertad de expresión se acercan; también el 1984, anunciado por George Orwell, parece estar cada vez más cerca.