Cartas al director

Juegos Olímpicos

Afortunadamente, y como era de esperar, el Comité Olímpico Internacional ha hecho oídos sordos a la burda campaña angloamencana orientada a desplazar el escenario de los próximos Juegos Olímpicos. A uno se le agota la escasa capacidad de asombro que aún conserva cuando contempla los agitados itinerarios de los ministros ingleses en pro de esta iniciativa, olvidando, al parecer, que en 1948 fue Londres sede de los Juegos, con un Imperio Británico casi intacto que no desaparecería hasta bien entrados los años cincuenta, dejando los edificantes residuos de Rodesia y Suráfrica, además de un sinfin...

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Afortunadamente, y como era de esperar, el Comité Olímpico Internacional ha hecho oídos sordos a la burda campaña angloamencana orientada a desplazar el escenario de los próximos Juegos Olímpicos. A uno se le agota la escasa capacidad de asombro que aún conserva cuando contempla los agitados itinerarios de los ministros ingleses en pro de esta iniciativa, olvidando, al parecer, que en 1948 fue Londres sede de los Juegos, con un Imperio Británico casi intacto que no desaparecería hasta bien entrados los años cincuenta, dejando los edificantes residuos de Rodesia y Suráfrica, además de un sinfin de bases militares, entre las que se encuentra Gibraltar.Hay que recordar que EEUU ha intervenido militarmente en 1954 en Guatemala; en 1958, en Líbano; en 1965, en la República Dominicana, manteniendo desde 1964 hasta 1975 en Vietnam una de las guerras más inhumanas de la historia, y ha participado durante este tiempo en todas las olimpiadas celebradas. Es conveniente leer obras como La CIA y el culto al espionaje, de Marchetti y Marks, o El diario de la CIA, de Philip Agee, de venta en cualquier librería, para valorar el respeto que realmente tiene EEUU por la soberanía de otros países, especialmente en su área de influencia; es decir, América del Centro y del Sur.

Felicitémonos del equilibrado criterio del Comité Olímpico y esperemos que en lo sucesivo estos repentinos abanderados de las libertades de los pueblos repasen su propia historia antes de adoptar iniciativas con las que lo único que consiguen es ponerse en evidencia.

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