Reportaje:

Campos Venuti: "Madrid necesita una mejora inmediata"

Está convencido de que Madrid todavía tiene arreglo y cree en la existencia de una política urbanística de izquierda («la derecha no tiene un proyecto urbanístico suyo, propio»). Giuseppe Campos Venuti, un romano de 53 años, casado, dos hijos, militante activo desde hace 35 años del Partido Comunista italiano, es uno de los cuatro expertos extranjeros que colaborará con la Gerencia Municipal de Urbanismo en la revisión del Plan General de Ordenación Urbana de Madrid.Hoy por hoy, Campos Venuti es uno de los urbanistas italianos que gozan de mayor prestigio, tanto en su país como fuera de él. Du...

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Está convencido de que Madrid todavía tiene arreglo y cree en la existencia de una política urbanística de izquierda («la derecha no tiene un proyecto urbanístico suyo, propio»). Giuseppe Campos Venuti, un romano de 53 años, casado, dos hijos, militante activo desde hace 35 años del Partido Comunista italiano, es uno de los cuatro expertos extranjeros que colaborará con la Gerencia Municipal de Urbanismo en la revisión del Plan General de Ordenación Urbana de Madrid.Hoy por hoy, Campos Venuti es uno de los urbanistas italianos que gozan de mayor prestigio, tanto en su país como fuera de él. Durante quince años, entre 1960 y 1975, ocupó puestos de responsabilidad política y técnica en relación con el urbanismo de la región de la Emilia Romagna. Primero, durante diez años, fue el concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Bolonia; los otros cinco presidió la Comisión de Urbanismo de la región. En esa época fue cuando, bajo su dirección política («aunque, en este caso, política y técnica han de ir, necesariamente, unidas»), fue redactado el célebre Plan General de Bolonia. Después asesoró la redacción de los planes generales de varios municipios. El último de los acabados es el de Pavía y actualmente está trabajando en los de Florencia y Padua.

Con todo este bagaje profesional llega ahora a Madrid a aportar su colaboración para la revisión del Plan General que está empezando a gestarse. Pero, aunque reconoce que «no he hecho otra cosa en mi vida más que urbanismo», no le gusta «hacer de profesor». Insiste una y otra vez en que «todos tenemos que aprender de todos y en Madrid lo único que pretendo hacer es colaborar con todos, lo mejor posible, para conseguir un buen plan para la ciudad. Nada más».

A la obligada pregunta sobre su posición política, le gusta responder remontándose a sus tiempos de partisano y de militante del movimiento Justicia y Libertad, de un marcado carácter burgués y progresista. «Después de la guerra», continúa, «incresé en el Partido Comunista, en el que ya llevo 35 años».

Como militante activo y convencido, asegura la existencia de una política del urbanismo, mediante la cual «se utiliza el instrumento público de la planificación municipal o regional para canalizar las inversiones públicas y privadas con el doble objetivo de garantizar el mejor resultado económico y hacerlo compatible con el mejor resultado social, sin querer ir en contra de los recursos naturales que pueda tener el territorio a planificar». El propio Campos Venuti prefiere explicar lo que acaba de decir: «La política del urbanismo consiste, ni más ni menos, en añadir el aspecto social y el económico al medio ecológico y territorial en que ha de desarrollarse.»

-Luego existirá un urbanismo de izquierdas y un urbanismo de derechas.

-El urbanismo de derecha existe de hecho, pero, en la realidad, no existe un proyecto urbanístico que parta de una postura política de derecha y lo haga suyo, propio, por la sencilla razón de que la derecha se coloca siempre en las posiciones de menor resistencia económica, esto es, en la postura más fácil. Pero eso no es un proyecto urbanístico. El planeamiento urbanístico verdadero es el de izquierda.

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Reconoce Campos Venuti no conocer demasiado en profundidad el planeamiento urbanístico actualmente existente en Madrid. «De todas maneras, nos encontramos ante un plan de 1963 que fue hecho desde arriba para los de abajo, en el que se incluía a una serie de municipios que no fueron ni tan siquiera consultados para hacer el plan. Eso es lo ideal para un urbanista tecnócrata. Pero no creo en un plan que nace de la mente genial de un urbanista. Creo más bien en un plan que nace de un conjunto de decisiones, en el que pueden encontrarse opiniones diversas, pero que, en conjunto, llegan a encontrar las soluciones concretas a cada problema planteado.

-Parodiando el eslogan del PCE en las elecciones, ¿tiene Madrid remedio todavía?

-No creo que existan situaciones urbanísticas que no puedan ser reguladas, y Madrid no puede ser una excepción. Pero lo que está claro es que Madrid presenta una gran necesidad de ser mejorada inmediatamente.

El Plan General de Ordenación del Area Metropolitana de Madrid, redactado en el año 1963, tenía una vigencia prevista de quince años, lo que hizo necesario .el plantear su revisión. Pero, para Campos Venuti, la vigencia de un plan no es algo rígido que no pueda ser modificado: «Mi profesor, allá por el principio de los años cincuenta, me decía que un plan debería tener una duración de treinta años. Pero yo estoy convencido, hoy, de que un plan no debe tener una vigencia por encima de la duración prevista de las condiciones sociales en que ha de desarrollarse. Un plan urbanístico debe ser para una ciudad, en un momento histórico determinado, con sus fuerzas sociales claramente definidas. Por eso defiendo el que un plan no pase, en su vigencia, de los diez años, porque es en ese período de tiempo máximo en el que permanecen inalteradas esas condiciones. En el momento en que las condiciones en las que un plan fue elaborado desaparecen, éste debe ser revisado o sustituido.»

Actualmente existe una especie de convencimiento derrotista entre un sector de los dedicados al urbanismo activo de que el planeamiento no significa que la ciudad llegue a ser, en su momento, tal como la previó el planificador, sino que la existencia de un plan de ordenación no sirve para otra cosa más que para frenar las ambiciones de lucro de los especuladores del suelo urbano) e impedir que el caos sea la regla por la que se construya la ciudad. «Lo que no puede hacerse», dice Campos Venuti, «es intentar borrar de la faz de la ciudad a la iniciativa privada. En forma de capital inversor, de cooperativa o de cualquier otra forma, la iniciativa privada debe vivir. Es más, el urbanismo debe plantearse la forma en que ha de dejar vivir a la iniciativa privada.»

«Es por eso», continúa, «por lo que el planeamiento ha de sufrir modificaciones durante el tiempo en que se ejecuta. Un plan no puede ser estático, inamovible. Pero tampoco puede estarse cambiando constantemente. Ese plan ha de ser, ante todo, racional, con elementos rígidos que no puedan ser modificados, pero también con otros elementos que estén sujetos a modificación a lo largo de su vida.»

Campos Venuti habrá de colaborar ahora con otros tres expertos extranjeros -el italiano Achille Cutrera, el portugués Nuno Portas y el inglés Nathalie Litchfield- y con cinco españoles -Jesús Gago, Eduardo Leira, Ignacio Solana, José Martínez Sarandeses y Bernardo Yncenga- Los nueve tienen el encargo de establecer, antes de finales del próximo mes de febrero, los criterios sobre los que habrá de realizarse, desde la Gerencia Mun¡cipal de Urbanismo, la revisión del Plan General de Madrid.

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