Cartas al director

Una anécdota de Wilde

Leyendo y escuchando las declaraciones y enfoques teóricos de los problemas que aquejan. a nuestra democracia supuestamente modélica, milagrosa o milagrera, creo recordar que Frank Harris, en su biografía de Oscar Wilde (si alguien advirtiera error en la cita tenga en cuenta que no es precisamente hacer alarde literario el objetivo de esta carta), refiere que en alguna de las reuniones londinenses a las que acudía el esteta, frecuentadas habitualmente por aristócratas cuya preocupación preferente se centraba en la conversación del orden, tal como ellos lo concebían, por los procedimientos que ...

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Leyendo y escuchando las declaraciones y enfoques teóricos de los problemas que aquejan. a nuestra democracia supuestamente modélica, milagrosa o milagrera, creo recordar que Frank Harris, en su biografía de Oscar Wilde (si alguien advirtiera error en la cita tenga en cuenta que no es precisamente hacer alarde literario el objetivo de esta carta), refiere que en alguna de las reuniones londinenses a las que acudía el esteta, frecuentadas habitualmente por aristócratas cuya preocupación preferente se centraba en la conversación del orden, tal como ellos lo concebían, por los procedimientos que acreditaron su eficacia en la construcción del orden del imperio británico, se debatía el tema de la serenidad, sobre el que los contertulios, salvo Wilde, expusieron argumentos muy circunspectos, seguramente: ante el silencio de quien solía protagonizar y pontificar en aquellas tertulias, éste fue requerido para que dijera algo sobre la virtud de la serenidad. Oscar refirió el siguiente episodio que, si no fue real, se ha repetido, sin duda, muchas veces en Inglaterra y en otros países:«En un teatro de Londres, con el cupo a tope, estalló un incendio. Una voz potente, seguramente algún estratega de la emergencia, tronó: "No se mueva nadie; tengan serenidad"". Y no se movió nadie y se quemaron todos. »

Saludos y, como dicen en mi pueblito, de Zamora: «Que Dios quiera que sea lo que Dios quiera» y que «Dios nos coja confesados».

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