Líder indiscutible de la OLP

«Traigo en una mano la rama de olivo y en la otra el fusil ... », esta frase con la que Yasser Arafat terminaba su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas el 13 de noviembre de 1974 muestra la doble actividad -la diplomacia y la lucha armada- a que el líder palestino ha dedicado su vida desde que a los dieciocho años luchaba en las calles de Jerusalén al lado de su pariente, el jefe guerrillero Abdel Kader.Nacido en 1929, en Jerusalén, en una familia de notables, Arafat abandonó su patria tras la guerra de 1948-1949, y se estableció en Egipto, dominado entonces por la agitació...

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«Traigo en una mano la rama de olivo y en la otra el fusil ... », esta frase con la que Yasser Arafat terminaba su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas el 13 de noviembre de 1974 muestra la doble actividad -la diplomacia y la lucha armada- a que el líder palestino ha dedicado su vida desde que a los dieciocho años luchaba en las calles de Jerusalén al lado de su pariente, el jefe guerrillero Abdel Kader.Nacido en 1929, en Jerusalén, en una familia de notables, Arafat abandonó su patria tras la guerra de 1948-1949, y se estableció en Egipto, dominado entonces por la agitación nacionalista de los «oficiales libres» agrupados en tomo a Nasser. En la Universidad de El Cairo siguió los cursos de ingeniería, y en 1952, fue elegido presidente de la Asociación de Estudiantes Palestinos. Al mismo tiempo estudió tácticas guerrilleras en la academia militar egipcia y participó en acciones de comandos en la zona del canal de Suez. En 1956 intervino con el Ejército egipcio, con el grado de teniente, en los combates contra los franceses y los ingleses en Port Said y Abu Kabir,

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En 1957 se trasladó a Kuwait y ejerció como ingeniero en el departamento de Obras Públicas, sin abandonar sus actividades en el movimiento palestino.

En 1959 (la fecha varía según las versiones) fundó la organización Fath (Movimiento para la Liberación de Palestina), que en un principio no pasó de ser uno más entre los muchos grupúsculos clandestinos que luchaban contra Israel. Compuesto por una rama política y otra militar, la Assifa (la tempestad), sus primeras operaciones se sitúan entre 1962 y 1964, aunque son anunciadas por primera vez el 1 de enero de 1965. En aquellos momentos, la organización fedayin predominante era la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), creada en 1963 por la Liga Arabe, con sede en El Cairo y fuertemente dominada por el presidente egipcio Nasser.

Las iniciativas del Fath terminaron por alarmar no sólo a Israel, sino también a los Estados árabes. Arafat fue encarcelado dos veces, en Siria y Líbano, y pasó a la clandestinidad con el nombre de Abu Amar.

Tras la derrota árabe frente a Israel en 1967, llega «la hora de Arafat». Mientras las fuerzas de la OLP habían sufrido un fracaso estrepitoso en las operaciones militares, los grupos guerrilleros no habían tomado parte en la guerra de «los seis días». El Fath ve aumentar sus filas y empieza a recibir un considerable apoyo económico. En febreo de 1969, Arafat es elegido presidente del comité ejecutivo de la OLP.

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Desde entonces multiplica los esfuerzos diplomáticos, sin dejar de estar en la primera línea de la lucha armada cuando su presencia es necesaria, como, por ejemplo, en Jordania durante los sucesos del «septiembre negro». Visita diversas capitales, acude a conferencias internacionales y, a pesar de la hostilidad del rey Hussein de Jordania, consigue ser reconocido por la cumbre árabe de Rabat, en octubre de 1974, como el único representante legítimo del pueblo palestino. Un mes más tarde, su papel internacional queda definitivamente consagrado, al ser la primera persona aparte de Pablo VI, en 1965, que se dirige a la sesión plenaria de la Asamblea General de las Naciones Unidas sin ser representante de ningún Estado miembro.

Considerado generalmente como «moderado» en una organización rica en extremismos y plagada por las rivalidades y las disensiones internas, Yasser Arafat ha sabido afirmarse como líder indiscutible de la OLP por su valor innegable y su habilidad negociadora.

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