El video, negocio del futuro

La Funkausstellung, exposición internacional para la radio y la televisión en Berlín occiderital, es la muestra más importante del sector en Alemania. Casi un millón de visitantes reúne esta bienal durante las dos semanas en que permanecen abiertas las tres hectáreas del recinto ferial berlinés. Todas las empresas del sector de la electrónica para el consumo, es decir, televisión, hi-fi y video, elaboran o dan a conocer sus estrategias. Este año, las señales de crisis en el mercado de la televisión en color están acompañadas de las primeras operaciones para, la gran batalla comercia...

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La Funkausstellung, exposición internacional para la radio y la televisión en Berlín occiderital, es la muestra más importante del sector en Alemania. Casi un millón de visitantes reúne esta bienal durante las dos semanas en que permanecen abiertas las tres hectáreas del recinto ferial berlinés. Todas las empresas del sector de la electrónica para el consumo, es decir, televisión, hi-fi y video, elaboran o dan a conocer sus estrategias. Este año, las señales de crisis en el mercado de la televisión en color están acompañadas de las primeras operaciones para, la gran batalla comercial de los años ochenta: el reparto del mercado del video. Incluso para el curioso superficial, las apariencias en la exposición no engañan: los japoneses destacan y amenaza a la producción europea.El mercado de la televisión en color está en la República Federal de Alemania, saturado. Lanzados por la demanda producida en ocasión de los Campeonatos del Mundo de Fútbol, los alemanes han comprado en 1978 dos millones y medio de receptores en color. Este año se ha vendido una cuarta parte menos. En los almacenes de los fabricantes y en el comercio detallista se acumula la producción de casi cuatro meses: 1.200.000 receptores. Los precios han bajado en los últimos meses, la mayoría de las empresas trabajan con pérdidas, pero el anuncio de aumentos coordinados de precios, realizado por las empresas alemanas, no es tomado demasiado en serio: los productos baratos japoneses están a la espera de una ocasión semejante para hacerse con partes crecientes del mercado.

La televisión en color representa actualmente la mitad de la cifra de negocios de una industria acostumbrada a los crecimientos espectaculares. Desde 1975 ha tenido lugar una racionalización espectacular de la producción, las firmas medianas han sido absorbidas por las mayores y éstas realizan movimientos de fusión en el marco europeo. Así, AEG y la francesa Thomson han firmado un acuerdo de cooperación, Philips ha adquirido indirectamente una parte de Grundig, la primera firma alemana. En la industria electrónica, la producción por asalariado se incrementó, en tres años, en 600.000 pesetas anuales, y las plantillas se han reducido ligeramente.

Los japoneses han recogido su parte del botín. Wega, una empresa media, ha sido comprada por Sanyo, la cuarta firma japonesa de la rama. Las negociaciones para otra adquisición están en curso. Una factoría italiana ha pasado a sus manos. A losjaponeses no se les atribuye la intención de producir en masa tubos de televisión porque su interés está centrado en los circuitos de comercialización y en elnegocio futuro del video. Para 1985 se estima que las importaciones a nivel mundial ascenderán a 324.000 millones de pesetas. En la República Federal de Alemania sólo el 1% de los hogares disponen de un aparato de video. Siete de cada diez son de licencia japonesa.

El mercado americano está actualmente fijo en manos de las empresas asiáticas. Lo que está ahora en discusión es si los europeos lograrán resistir la ofensiva nipona. De los cuatro sistemas de video existentes, dos han sido desarrollados por Sony y Matsushita. El sistema Betamax, de la primera, es comercializado por Sanyo, Wega,

Zenith, Toshiba y Pioneer. El sistema VHS, de la otra, es común a General Electric, RCA, Nordmende, Telefunken, Saba, Blaupunkt... Frente a ellos, los dos procedimientos europeos, VCR y SVR, de Philips y Grundig, respectivamente. La parte actual de su nercado es apenas de un séptimo. No extraña, por tanto, que hayan decidido cerrar filas y presentar un sistema común, llamado Video 2000. Los precios respectivos son ya un handicap para los europeos. En la República Federal de Alemania un producto japonés cuesta 61.200 pesetas; el producto europeo, cuando sea comercializado, costará casi 25.000 pesetas más. Algo está claro en el encuentro de la Funkausstellung: quien pierda el tren de video ha perdido también toda oportunidad de supervivencia empresarial a medio plazo.

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