Cartas al director

Educar para la democracia

He leído en EL PAIS del día 13 que el 12 se eligió una ponencia en el Congreso para estudiar por la vía de urgencia el proyecto de ley sobre la enseñanza de la Constitución.Soy licenciada en Historia, hoy en paro, y fui profesora de esa asignatura cuya suspensión supuso para los alumnos un alivio en los horarios y una preocupación menos a la hora de aprobar. No creo que una lección más en el programa de Historia eduque a nuestros hijos para vivir en un sistema democrático.

En la experiencia que he tenido al enseñar esa materia he podido aprender que lo que más interesaba a mis alumnos e...

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He leído en EL PAIS del día 13 que el 12 se eligió una ponencia en el Congreso para estudiar por la vía de urgencia el proyecto de ley sobre la enseñanza de la Constitución.Soy licenciada en Historia, hoy en paro, y fui profesora de esa asignatura cuya suspensión supuso para los alumnos un alivio en los horarios y una preocupación menos a la hora de aprobar. No creo que una lección más en el programa de Historia eduque a nuestros hijos para vivir en un sistema democrático.

En la experiencia que he tenido al enseñar esa materia he podido aprender que lo que más interesaba a mis alumnos era el comentario de lo que día a día ocurría en el mundo, les hacía pensar y formar sus propios criterios, las noticias de la prensa, lo visto en televisión, y lo oído en la radio, era más vital y agradable que las lecciones aprendidas para aprobar; claro que la base de conocimientos teóricos surgía espontáneamente al tocar cualquier tema de la vida política o social.

Me temo que esa nueva asignatura va a ser una carga más para los alumnos, y que al «dignificarla», sus profesores intentarán demostrar lo importante que es a base de suspensos, y realmente lo es: de ella

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depende el formar buenos ciudadanos, el respetar a los demás, el vivir en paz.

A mí me hubiera gustado enseñar esas cosas sin tener detrás el sistema coercitivo de las notas, hacerlo con charlas, mesas redondas, trabajos en equipo, donde los alumnos participasen activamente y no sólo reciban lecciones, porque creo que educar para vivir no puede encerrarse en una asignatura, es algo mucho más emocionante, y por eso yo me sentía feliz enseñando esa mal llamada asignatura esa «maría» despreciada, de la que yo aprendí que teoría y realidades no eran siempre compatibles. Un ejemplo puede ser que en mis clases enseñé lo que era el derecho de petición, por mi situación actual me he acogido a él, elevando un escrito al Congreso, que ha quedado paralizado por no existir comisión que se ocupe de ellos. ¿De qué nos vale entonces ese derecho?

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