El virtuosismo de los gimnastas animó la Spartakiada

Las pruebas masculinas de gimnasia han servido para animar la Spartakiada, y en la tarde de ayer los organizadores soviéticos han respirado satisfechos al contemplar numeroso público en el Palacio de los Deportes del Estadio Central. Sin embargo, el atletismo, hasta ahora, no ha conseguido atraer a los aficionados, ni aun la prueba en la que el cubano Leonard cubrió los 100 metros en 10,03, o los 10.000 metros recorridos por un viejo amigo del ya retirado Mariano Haro, el etíope Efter, quien hizo un tiempo de 27.44.2, fueron seguidas con interés.

Los gimnastas compensaron a su nutrida a...

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Las pruebas masculinas de gimnasia han servido para animar la Spartakiada, y en la tarde de ayer los organizadores soviéticos han respirado satisfechos al contemplar numeroso público en el Palacio de los Deportes del Estadio Central. Sin embargo, el atletismo, hasta ahora, no ha conseguido atraer a los aficionados, ni aun la prueba en la que el cubano Leonard cubrió los 100 metros en 10,03, o los 10.000 metros recorridos por un viejo amigo del ya retirado Mariano Haro, el etíope Efter, quien hizo un tiempo de 27.44.2, fueron seguidas con interés.

Los gimnastas compensaron a su nutrida afición con una tarde de aciertos, ofrecida especialmente por el japonés Koji Gushiken y los cubanos Jorge Roche, un gigante superdotado, y Casimiro Suárez. El dominio de este trío sobre las paralelas, el potro y las anillas superaba el virtuosismo. El español Fernando Beltrán, en los ejercicios libres, había obtenido una aceptable puntuación en las tres primeras pruebas, que le valió el ir clasificado entre los veinte, primeros, pero incomprensiblemente cometió fallos imperdonables en el potro, las anillas y el caballo.

Refrescos capitalistas

En las calles de Moscú se forman largas filas entre los alegres quioscos de Pepsi-Cola, mientras aparecen abandonados los severos carromatos donde un tanque de metal almacena la típica bebida rusa, el Kuas, que es una especie de zarzaparrilla zarzuelera.El ciudadano soviético agota en pocos minutos los «stocks» de los refrescos capitalistas, si bien los precios son elevados en relación con lo que se paga aquí, en este país, por una limonada; la más clásica, «buratino» (Pinocho), cuesta cuatro kopecs (cinco pesetas) y el precio de Fanta y Coca-Cola es de 33 y 37 kopecs, es decir 40 y 45 pesetas, respectivamente, cada vaso, pues no se ofrece en botella. Bien es cierto que la novedad principal es el recipiente de plástico.

En el precio de los refrescos multinacionales va incluido el vasito y hemos observado cómo la mayoría de los clientes los guardan cuidadosamente para llevarlos a casa.

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