Un banco de pruebas para el sistema

La jornada de mañana será para todo el espectro político mexicano un verdadero banco de pruebas, un lugar desde el cual se definirán muchas estrategias futuras.Básicamente, lo que ocurra servirá para medir la fortaleza y las posibilidades dentro del sistema político mexicano de la llamada reforma política. Esta es una iniciativa que fue orientada con un nítido corte liberal por el anterior secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles. Su teoría es precisa: se trata de ampliar el espacio de representatividad política del sistema, incluyendo esencialmente a la izquierda.

Hasta ahora, el...

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La jornada de mañana será para todo el espectro político mexicano un verdadero banco de pruebas, un lugar desde el cual se definirán muchas estrategias futuras.Básicamente, lo que ocurra servirá para medir la fortaleza y las posibilidades dentro del sistema político mexicano de la llamada reforma política. Esta es una iniciativa que fue orientada con un nítido corte liberal por el anterior secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles. Su teoría es precisa: se trata de ampliar el espacio de representatividad política del sistema, incluyendo esencialmente a la izquierda.

Hasta ahora, el PRI, a través de una estructura compleja y reticular que incluye desde el caciquismo primitivo de las zonas agrarias, a la burocracia política, a los tecnócratas y a la élite del poder, ha monopolizado el sistema sobre las bases que, en general, dejó la revolución mexicana. Bases, claro está, que ya no son las del presidente Cárdenas. A su lado, el sistema -autoritario y relativamente flexible a la vez- permitió el surgimiento de ciertos partidos más o menos fantasmas: el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), que fue una especie de apéndice del PRI desde la derecha, como el Partido Popular Socialista (PPS) lo fue desde la izquierda, el Partido Demócrata Mexicano (PDM), que es heredero de la vieja ultraderecha católica que originó la guerra de los cristeros, y el Partido Acción Nacional (PAN), que fue hasta hace poco la representación más orgánica de una derecha adulta y relacionada con los grupos empresariales de Monterrey y Jalisco. Esto último, por supuesto, fuera de la propia derecha del PRI y del Ejército, que es adonde realmente apuntan esos sectores como verdaderas cabeceras de puente hacia el total control del Estado.

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Estos partidos se desarrollaron incipientemente a la sombra del PRI. El pluralismo del sistema mexicano no avanzó un ápice a su través, y en cambio fue cuestionado en 1968 por el contestatario movimiento estudiantil. De entonces a hoy, el PRI fue el escenario de una oscura, pero concreta, lucha por la modernización del sistema.

Desde ese punto de vista, la reforma política es un esfuerzo real del PRI; desde otro ángulo, puede leerse corno un intento sólido por incluir a su lado una oposición orgánica.

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