Tribuna

Dimensión de la actual crisis del petróleo

Economista. Ingeniero del Petróleo por la Escuela Superior. París

Puede afirmarse que la crisis petrolera actual es más importante y de mayor alcance que la de 1973, tanto en sí misma como por suceder a ésta con cinco años de diferencia solamente y sin haberse superado aún sus desfavorables consecuencias. La nueva crisis se configura incluso como la avanzada de la gran crisis energética esperada para mediados de la próxima década, que se caracterizaría por la escasez de recursos y de encarecimiento a niveles límites del petróleo, y, tendría Profundas repercusiones económicas,...

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Economista. Ingeniero del Petróleo por la Escuela Superior. París

Puede afirmarse que la crisis petrolera actual es más importante y de mayor alcance que la de 1973, tanto en sí misma como por suceder a ésta con cinco años de diferencia solamente y sin haberse superado aún sus desfavorables consecuencias. La nueva crisis se configura incluso como la avanzada de la gran crisis energética esperada para mediados de la próxima década, que se caracterizaría por la escasez de recursos y de encarecimiento a niveles límites del petróleo, y, tendría Profundas repercusiones económicas, sociales y tal vez estratégicas.

Paralelamente al comienzo de la presente crisis y sin relación todavía con ella (finales de 1978), los países productores de la OPEP decidieron alzas de los precios oficiales de los crudos para 1979, desarrolladas por trimestres, con un incremento relativo promedio del 10% anual y del 14,5% acumulado al cabo del año. Estas alzas son elevadas y al mismo tiempo perturbadoras del mercado, ya que el escalonamiento de los aumentos genera la propensión a anticipar demandas por los consumidores y a diferir ofertas por los productores.

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En este marco, el fallo total de la producción iraní (del orden de seis millones de barriles por día a nivel normal, que representa el 9% de la mundial, y el 16% de las exportaciones globales) ha creado un fuerte déficit crítico, dada la rigidez de la demanda y la falta de el asticidad técnica y de intención de otros países productores para compensarlo. La situación -al reanudarse recientemente la producción iraní con la decisión firme de no superar el 50% de su nivel anterior, junto a la disminución voluntaria de la de Argelia, Libla y Abu Dhabi- es en el presente de insuficiencia de oferta, reducción de sumi nístros, descenso progresivo de los stocks de los consumidores y fuerte elevación de los precios más allá de los acordados por la OPEP en enero.

Hay que destacar que durante la crisis de 1973 y hasta la actual, Occidente influía notáblemente sobre la OPEP a través de los países de la línea mbderada, es decir, Irán, Arabia Saudita y la Unión de Emiratos Arabes del Golfo Pérsico, que en conjunto controlaban alrededor del 60% de las exportaciones mundiales de petróleo. En el presente, Occidente ha perdido tal capacidad de influencia y control, pues Irán sostiene posturas muy radicales, quizá las más severas del bloque; la Unión de Emiratos evoluciona hacia el campo de los duros y Arabia Saudita, que puede no mantener su producción actual de 9,5 millones de barriles por día en el futuro, aparece como neutralizada y envuelta en el com plejo problema geopolítico del área.

Así, los rasgos más destacados de la crisis petrolera en curso pueden resumirse:

- Escasez marginal de crudos, por tendencia actual de los países productores a mantener déficit de producción del orden del 5% al 6%, para presionar al alza de los precios de los crudos. Portavoces de la OPEP justifican tal restricción como medio de forzar a Occidente a medidas de conservación energética y a acelerar nuevas alternativas.

- Alza de los precios oficiales. Para contratos por tiempo que representan alrededor del 80% de los aprovisiona m ¡en tos, los incrementos son del 20% respecto a 1978 en el segundo trimestre; rebasando el 9% en el mismo y el 14,5% al final del año decidido por la OPEP. Ahora se acerclir, a dieciséis dólares por barril y se prevé que se situarán en dieciocho a veinte dólares por barril en diciembre, con aumento de cerca del 30% en doce meses.

- Desbordamientó de los precios spot, o para partidas aisladas, que suponen del orden del 20% del total de las transacciones y más en estos momentos, al reducirse los contratos firmes, con una tensión especulativa sin precedentes y niveles entre veintitrés y veinticinco dólares por barril, es decir, entre diez y doce dólares por barril por encima de los precios oficiales actuales.

- Falta de correlación de los precios oficiales de los crudos entre sí, por calidades y orígenes geográficos, por las diferencias y fuerte dispersión de unos a otros, con muy distinta y variable competitividad entre ellos y sin posibilidad de sustitución por falta de disponibilidades complementarias.

- Cambio de los sistemas de ventas. Las grandes multinacionales petroleras anuncian su intención de abandonar la actividad de vendedores de crudos y su decisión de no renovar contratos, a los que ya han aplicado fuerza mayor proporcional. Las grandes compañías parecen dispuestas a desparecer del sistema de ventas a terceros, y se apunta ya el establecimiento definitivo de las compras directas a los países productores.

- Falta de reacción de los países consumidores, que reducen progresivamente de sus stocks, no realizan acciones coordinadas conjuntas y aparecen concurrentes y en puja entre sí para partidas spot. Hay que señalar la recomendación de la AIE a sus miembros de disminuir el consumo en un 5%, cuya eficacia dependerá fundamentalmente de EEUU, donde las posibilidades de ahorro son más importantes.

En cuanto a la evolución futura de la crisis, su ritmo. dependerá de las decisiones de la OPEP, centrándose las expectativas en la conferencia de Ginebra de dicha Organización, que comenzará mañana,

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