La debilidad política disminuye la capacidad de innovación de Europa

«Para los europeos, nada garantiza su posición de líderes, o incluso de coparticipantes, en la evolución del mundo, debido a sus divisiones, su vulnerabilidad económica y su debilidad política, que disminuyen su capacidad de innovación», escribe André Danzin, presidente del CERD (Comité Europeo de Investigación y Desarrollo), en un estudio titulado Ciencia y renacimiento de Europa, encargado por la Comisión Europea para analizar las perspectivas de los próximos años.

¿Visión apocalíptica o realista de una Europa en clara pérdida de influencia en el concierto mundial? Se trata de un anál...

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«Para los europeos, nada garantiza su posición de líderes, o incluso de coparticipantes, en la evolución del mundo, debido a sus divisiones, su vulnerabilidad económica y su debilidad política, que disminuyen su capacidad de innovación», escribe André Danzin, presidente del CERD (Comité Europeo de Investigación y Desarrollo), en un estudio titulado Ciencia y renacimiento de Europa, encargado por la Comisión Europea para analizar las perspectivas de los próximos años.

¿Visión apocalíptica o realista de una Europa en clara pérdida de influencia en el concierto mundial? Se trata de un análisis que, por lo menos, se aparta de los tradicionales discursos y alusiones de los políticos que, preocupados por el quehacer diario, dejan de lado -al menos públicamente- una serie de factores que condicionarán el porvenir europeo.Decadencia de la investigación tecnológica, caída del índice de natalidad, industrias que funcionan sobre la base de materias primas importadas y crisis energéticas son factores que preocupan intensamente a los medios comunitarios. Sin embargo, a pesar de los estudios en marcha u otros enterrados -como el ambicioso proyecto Europa-30, que pretendía definir la proyección de los sectores a estimular ante el horizonte europeo del año 2000-, la actual fase de la cooperación europea entre los nueve Estados del Mercado Común vive, día a día, sumergida en las tensiones sociales provocadas por la crisis económica y el alto índice de desempleo, sobre todo entre la población de menos de veinticinco años. Incluso los proyectos de envergadura, como la creación del Sistema Monetario Europeo (SME), imprescindibles para dar un mínimo de estabilidad monetaria, necesaria a los intercambios comerciales, chocan con mezquindades nacionales a la hora de la verdad.

Una esperanza para Europa, para la Europa del Mercado Común, pasa por la elección directa por sufragio universal del Parlamento Europeo, entre el 7 y el 10 del próximo mes de junio. Hay temores fundados de que la movilización del ciudadano europeo por tal elección sea escasa. A nivel político existen enfrentamientos serios sobre cuáles deberán ser los poderes del futuro Parlamento Europeo. Una vez más, las esperanzas pueden quedar diluidas para una Europa que intenta definir su sitio en el concierto internacional.

Europa, ¿hacia el subdesarrollo?

«Existe un peligro real de un retroceso europeo que puede conducir hacia un subdesarrollo», opinan los científicos del equipo del CERD. Su análisis se basa en -hechos concretos. En una -generación, Europa -la antigua Europa colonial- ha perdido el control político de una cuarta parte de los pueblos del mundo, de un tercio de las tierras y de los recursos esenciales. Hacia el año 2000, la población europea será inferior al 5% mundial, mientras que era super ior al 20% en 1800. Europa sólo puede alimentar sus industrias gracias a la importación de numerosos productos de base y su producción agraria es globalmente deficitaria. La superioridad europea en sectores de tecnología avanzada es ampliamente superada -excepto raras excepciones- por Estados Unidos y Japón. Por primera vez desde hace cinco siglos, Europa abandona su papel de primer rango en el nacimiento de innovaciones mayores, tales como las técnicas especiales, la microtecnología electrónica y la Informática. Todo ello resulta agravado por los males actuales de las sociedades superindustrializadas: paro, stagflation (combinación de inflación y retroceso del crecimiento económico), contestación de ciertos valores morales, violencia y la inhibición de parte de la juventud ante los problemas actuales, opina el director del CERD.

La fuerza de la cultura

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Frente a tan sombrío panorama para Europa, el señor Danzin opone «la fuerza interna representada por la cultura europea», que debería escapar a la asfixia de la burocracia de nuestras sociedades. Cómo terapéutica para remediar los males que hipotecan el futuro de Europa, el director del CERD propone reactivar una política europea de la investigación y del desarrollo. Una serie de mecanismos clásicos son propuestos por el estudio que, como otros anteriores, pueden pasar a los archivos ante la despreocupación de los responsables políticos. El futuro interesa, evidentemente, pero los dirigentes de los Gobiernos europeos están, ante todo, preocupados por el elector de hoy, no por el elector del año 2000.

¿Cuáles son las crisis potenciales? ¿Qué tecnologías hay que desarrollar? ¿Qué tipo de sociedad quiere el ciudadano europeo? Interrogantes por todas partes que, de momento, tratarán de despejar ciertos organismos comunitarios a nivel europeo. Aunque, la verdad sea dicha, los trabajos de previsión y prospectiva, bien recibidos hace unos años, son hoy víctimas de desconfianza o, por lo menos, de una gran prudencia por parte de los Gobiernos. La crisis económica marca otros objetivos más prioritarios que los de la «futurología».

La década de los años 80 es la que merece, actualmente, la atención de los servicios de-investigación y ciencia de la Comisión Europea de Bruselas.

Más información europea en página 45

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