1978, el año más duro de la historia de la banca, según Luis Valls-Taberner

El pasado año ha sido realmente excepcional para la banca, dice el presidente del Banco Popular, Luis Valls-Taberner, en el «discurso» repartido a los accionistas de la entidad que asistieron ayer a la junta general, convocada para informar de los resultados del pasado ejercicio.

Se trata del primer informe presentado en 1979 por una sociedad importante, en este caso el séptimo banco del país. El presidente del Popular no leyó su discurso ante la Junta y prefirió repartirlo a los asistentes y dar la palabra al secretario general técnico del banco para que informara sobre el ejercicio en...

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El pasado año ha sido realmente excepcional para la banca, dice el presidente del Banco Popular, Luis Valls-Taberner, en el «discurso» repartido a los accionistas de la entidad que asistieron ayer a la junta general, convocada para informar de los resultados del pasado ejercicio.

Se trata del primer informe presentado en 1979 por una sociedad importante, en este caso el séptimo banco del país. El presidente del Popular no leyó su discurso ante la Junta y prefirió repartirlo a los asistentes y dar la palabra al secretario general técnico del banco para que informara sobre el ejercicio en términos similares a como lo había hecho un día antes a periodistas y expertos financieros (EL PAIS de ayer, página 30).Del informe del señor Valls Taberner cabe destacar tres aspectos diferenciados:

Crisis industrial

El pasado año se caracterizó por la multiplicación de las suspensiones de pagos y las crisis de empresas de todo tipo y dimensión. Esta crisis repercute de forma desfavorable en la banca, dice el informe, y «no es racional ni posible que la banca apoye sin límites a las empresas de forma indiscriminada. Ni es lógica la discriminación en contra de la pequeña empresa por motivo de dimensión. No parece defendible la postura de que si quiebra una sociedad de treinta trabajadores no pase nada, si la que desaparece tiene trescientos se produzca una invasión de las oficinas de los bancos que proveen dinero, por considerarles culpables de su situación, y que si los empleados son 3.000 el Gobierno haya de intervenir con presiones fuera de lugar».Se refiere más adelante a los casos de Babcock y Sarrió y señala que en el,primero, el único sector que en 1978 dio la talla fue el comité de empresa. Concluye el informe indicando que el banquero es un mercader y mercader significa que trata o comercia con géneros vendibles. Un crédito no recuperable no es vendible, representa una pérdida y el banquero no puede regalar, porque su profesión de intermediario no se lo permite. Comercia con algo como es el dinero, que no es suyo.

El paro

El problema del paro, dice el señor Vallas Taberner, es un asunto político y social de extremada importancia. Y añade: «El Popular, como banco, quiere contribuir al plan de emergencia contra el paro usando sus medios específicos: el crédito. Estudiamos la posibilidad de fomentar el pequeño empresario autónomo o artesanal, mediante la concesión de créditos a largo plazo con período de carencia o amortización y tipo de interés reducido. En las circunstancias actuales algunas de las personas en paro pueden salir de su dramática situación incorporándose al grupo de los emprendedores. Destinar a estos objetivos una cantidad importante, con un riesgo mayor del normal y en condiciones de plazo e interés singulares es comprometido, pero el tema lo merece y la banca no puede hacer otra cosa». En otro punto señala «el banco no debe alterar su plantilla por razones humanitarias, sociales o políticas. Puede ayudar, en cambio, a otras personas a buscar su propio trabajo o a crear nuevos empleos.La banca ha atravesado en 1978, dice Luis Valls, por la mayor crisis de su historia, comparable sólo a la de los banqueros sevillanos en 1553. Algunos bancos han manifestado dificultades graves, y se ha procedido a soluciones de urgencia para ellos. A la hora de definir las líneas maestras de actuación del Popular, el informe destaca y razona tres: la independencia -de los clientes, del Gobierno, de los partidos y de los sindicatos-, la profesionalización sobre todo a la hora de las decisiones, y la transparencia.

Un punto de especial atención es el referido a los costes de transformación de la actividad bancaria, Es decir, a lo que supone el transformar los depósitos de los clientes en créditos a terceros o a esos mismos clientes. Estos costes los cuantifica el informe en un 4,5% de los recursos, cifra muy superior a la de la banca americana (2,5%) y algo inferior a la francesa (5 %).

«Si queremos bajar los tipos de interés -dice más adelante- para hacer accesible el crédito a las empresas y no queremos que los accionistas se quejen o huyan, hay que organizar el trabajo de manera que aumenten los rendimientos o se reduzcan los costes al mínimo.»

Como dato de interés, puede destacarse el repertorio de autores citados en el informe de veintiocho páginas por orden de aparición: Nicolás Sartorius, Angel Rojo, Laurence J. Peter (el del ascenso hasta el nivel de incompetencia) Galbraith, Simon, Antony Jay y el presidente del Bank of America.

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