La derecha y la democracia

«No es lícito confundir a los conservadores con los revolucionarios de la derecha o con los fascistas. Ser conservador en la España de hoy supone un deseo de identificación con el orden social y político creado por la Constitución de 1978. Ser conservador es hoy, fundamentalmente, una manera de ser demócrata.Conservar la libertad existente, desarrollarla y protegerla es la finalidad de una actitud que quiera calificarse como conservadora. Las libertades políticas, sociales y económicas existentes, que derivan de la Constitución vigente, necesitan ser protegidas contra influencias que pueden ll...

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«No es lícito confundir a los conservadores con los revolucionarios de la derecha o con los fascistas. Ser conservador en la España de hoy supone un deseo de identificación con el orden social y político creado por la Constitución de 1978. Ser conservador es hoy, fundamentalmente, una manera de ser demócrata.Conservar la libertad existente, desarrollarla y protegerla es la finalidad de una actitud que quiera calificarse como conservadora. Las libertades políticas, sociales y económicas existentes, que derivan de la Constitución vigente, necesitan ser protegidas contra influencias que pueden llegar a ser peligrosas.

Nunca deben tenerse por sinónimas las expresiones conservadurismo e inmovilismo. El conservadurismo supone un deseo de perfeccionamiento, con un sano concepto del orden y, sobre todo, prescindiendo de puntos de vista utópicos y de todo tipo de mitos, lo que no quiere decir que el conservador no tenga ideología, sino que su misma ideología está caracterizada por el pragmatismo.

Los partidos de. tendencia conservadora constituyen una importante garantía para la estabilidad democrática. La estabilidad democrática., necesita que tanto la derecha conservadora como la izquierda socialista se sientan identificadas con los principios democráticos. Para ello, la derecha ha de huir del tradicionalismo y del nacionalismo fascista, y la izquierda, de la falta de libertades que caracteriza a algunas democracias populares.

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El permanente reto entre izquierda y derecha, apuesta en la que nunca debe ganarse definitivamente, en nada perjudica el progreso político. La clave está hoy entre ser demócrata o no serlo, y es esta última posición extremista la única que puede suponer un retroceso para la marcha de cualquier pueblo, y es por ello por lo que los regímenes democráticos deben defenderse de los ataques procedentes de la intransigencia. »

18 enero

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