Reportaje:

"El alcohol y el tabaco, mayores causas de muerte en España que la droga"

En el hall de la sala donde se celebraba recientemente un congreso de psiquiatría podían leerse prospectos farmacéuticos en los que se ofrecía, a cambio de la ingestión de determinadas pastillas, la resolución de problemas tan tremendos como los celos, la inadaptación profesional o el mal de enamorado.La proposición no es nueva. La humanidad lleva recurriendo; desde hace muchos millones de años, a los más diversos productos para intentar vivir mejor, para resolver sus conflictos de índole orgánica o emocional. No es sólo en los tiempos modernos cuando los seres humanos, conoc...

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En el hall de la sala donde se celebraba recientemente un congreso de psiquiatría podían leerse prospectos farmacéuticos en los que se ofrecía, a cambio de la ingestión de determinadas pastillas, la resolución de problemas tan tremendos como los celos, la inadaptación profesional o el mal de enamorado.La proposición no es nueva. La humanidad lleva recurriendo; desde hace muchos millones de años, a los más diversos productos para intentar vivir mejor, para resolver sus conflictos de índole orgánica o emocional. No es sólo en los tiempos modernos cuando los seres humanos, conocedores de nuestra condición química, entre otras dimensiones de nuestra identidad, recurrimos a complejas sustancias para sentir nos mejor o peor, para atenuar o fomentar este o aquel aspecto de nuestra afectividad o sensibilidad.

La costumbre es vieja. Según el doctor Laporte, rector de la Universidad Autónoma de Barcelona, el porro es una costumbre muy vieja. «Se ha podido comprobar -asegura el señor Laporte- el uso de drogas, como el opio, en civilizaciones prehistóricas de la cuenca del Mediterráneo y, desde luego, en la población de México o los Andes.»

Sin embargo, la moral humana, excesivamente simplificadora y maniquea, llevó a catalogar unos productos como buenos y otros como malos. Sucede así, según el citado investigador español, en el campo de la farmacología, que, al lado del anuncio que reza la droga mata, otro invita a los viandantes a entregarse a los placeres y encantos del alcohol o el tabaco. Pero lo cierto es, según él, que «en España muere mucha más gente por alcohol y tabaco que por la droga».

Desmitificar la droga

«Es imposible trazar una línea divisoria entre lo que es un fármaco o una droga -prosigue el doctor Laporte- Hay medicamentos de los que se abusa y drogas, como la morfina, que se emplean como medicamento». El profesor Laporte ha empezado a hablar del tema ayer, martes, en la sede de la Fundación Juan March, dentro del ciclo que, con evidente intención de salvar para la ciencia un tema en el que la moralización ha sustituido a la investigación, él ha titulado: Medicamentos, fármacos y drogas: una visión moralizadora.La droga, el medicamento, nace, pues, con esa conciencia de que la ingestión de sustancias extrañas al organismo ejerce una acción biológica, a veces, muy notoria, sobre las funciones orgánicas. «Pero es a partir del siglo pasado -prosigue el doctor Laporte- cuando nace la farmacología como ciencia. A partir de entonces se empiezan a obtener nuevos fármacos y a comprender cómo actúan sobre el organismo.»

Ahí está el boom de los fármacos, un boom que, según el investigador, tiene mucho de parcial, ya que «si bien la mortalidad y la morbilidad ha descendido mucho, ya lo había hecho antes de la introducción de los fármacos activos, gracias al avance en la higiene». El crecimiento en el empleo de fármacos es notorio e irregular, además de plantear numerosos riesgos y peligros nuevos a los ciudadanos. «Hay una hipermedicación sectorial -continúa José Laporte- en todos los países de Occidente, mientras, en cambio, en los países del Tercer Mundo el consumo de medicamentos es muy bajo. La investigación está en manos de unas empresas multinacionales que buscan beneficios. Todas inciden en la creación de nuevos fármacos que sean útiles en el tratamiento de las enfermedades más frecuentes de los países ricos... No se estudian otras enfermedades menos frecuentes ni las que se padecen en el Tercer Mundo... »

Y del estudio, del medicamento se llega al de la droga. «Una droga es -dice el señor Laporte- una sustancia que tiene una serie de consecuencias y que supone una dependencia y una tolerancia. El organismo se acostumbra a la droga.» De su condición de producto peligroso para la salud orgánica asegura que «todo depende de la dosis, pero también de la persona que la ingiere. La dosis adecuada no es la misma para todas las personas».

La droga avanza: «una encuesta realizada en los medios universitarios de Barcelona -continúa el doctor Laporte- revela que el consumo de los derivados del cáñamo: hachís, marihuana, etcétera, tiende a aumentar en España en los medios universitarios, aunque aún estamos por debajo de otros países de Occidente. El empleo de drogas duras, sin embargo tales como la morfina, heroína, LSD, es muy escaso en estos medios universitarios, mientras que es notorio el uso de estimulantes tipo anfetamina».

El consumo aumenta. Un consumo, como el de cualquier otro producto, que «nos lleva a ingerir -concluye- demasiados medicamentos y demasiadas drogas». Un consumo, en definitiva, con el que el hombre, desde sus orígenes, intenta ayudarse a vivir, quizá orientado por su salvación, más hacia el exterior que hacia su interioridad, donde radican los conflictos.

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