La oposición laborista triunfa en las elecciones municipales israelíes

«El frente laborista renace de sus cenizas», declaró el diputado y ex ministro Igal Allon, tras las elecciones municipales efectuadas ayer en Israel, en las que los laboristas han conquistado la mayor parte de los municipios.

A su vez, el portavoz del partido gubernamental, Likud, del primer ministro Menahem Begin, ha señalado con satisfacción que el número de alcaldes de su partido ha aumentado de catorce a veinticuatro.No obstante, sería imprudente otorgar una dimensión nacional a estos resultados. Quienes extrapolan el éxito del Partido Laborista y anuncian ya su victoria en las elec...

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«El frente laborista renace de sus cenizas», declaró el diputado y ex ministro Igal Allon, tras las elecciones municipales efectuadas ayer en Israel, en las que los laboristas han conquistado la mayor parte de los municipios.

A su vez, el portavoz del partido gubernamental, Likud, del primer ministro Menahem Begin, ha señalado con satisfacción que el número de alcaldes de su partido ha aumentado de catorce a veinticuatro.No obstante, sería imprudente otorgar una dimensión nacional a estos resultados. Quienes extrapolan el éxito del Partido Laborista y anuncian ya su victoria en las elecciones parlamentarias de 1982 olvidan que el partido se ha implantado con solidez, hace ya casi veinte años, en la mayoría de las ciudades y pueblos israelíes. Así, las críticas de corrupción e incompetencia dirigidas a los ministros laboristas en el ámbito nacional no resultan válidas en el comunal, en el que los alcaldes laboristas se han distinguido con frecuencia por su excelente gestión. En este campo, la cólera de los israelíes contra los responsables del «desastre de la guerra de octubre» no pesa en absoluto. Además, el aparato laborista funciona mucho mejor que los hombres del Likud cuando se trata de una consulta municipal. Estas circunstancias obligan, según los expertos, a una gran dosis de prudencia ante las proclamas triunfalistas sobre el crecimiento laborista a expensas del Likud. Pero de todas formas hay que tener en cuenta que el triunfo contribuye a mejorar su imagen. El partido de Simon Peres ya no juega a perdedor y podrá prepararse en mejores condiciones para las elecciones de 1982.

Los comicios municipales de ayer han servido para constatar otro hecho: a los israelíes les interesan mucho menos sus asuntos locales que las grandes cuestiones de la política nacional. A pesar del feriado decretado por el Gobierno, sólo el 60% del electorado ha cumplido su deber ciudadano. Los demás han preferido pasar el día con sus familias en el campo, lejos de las urnas.

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