La difícil elección del Papa

«¡"Será necesario volver a empezar!" Es la, oración fúnebre realista y desengañada que se le escapó al cardenal Jean Villot, hundido ante el anuncio de la muerte de Juan Pablo I (...)La muerte de un Papa y la elección de su sucesor cuestan 6.000 millones de liras al Vaticano. Claro está que las emisiones conmemorativas de sellos, de monedas y de medallas compensan esos gastos. Pero, esta vez, a los tesoreros del Vaticano les han cogido por sorpresa los acontecimientos y el Espíritu Santo (...)

La elección de los grandes electores es hoy más clara, pero también más delicada que en el mes...

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«¡"Será necesario volver a empezar!" Es la, oración fúnebre realista y desengañada que se le escapó al cardenal Jean Villot, hundido ante el anuncio de la muerte de Juan Pablo I (...)La muerte de un Papa y la elección de su sucesor cuestan 6.000 millones de liras al Vaticano. Claro está que las emisiones conmemorativas de sellos, de monedas y de medallas compensan esos gastos. Pero, esta vez, a los tesoreros del Vaticano les han cogido por sorpresa los acontecimientos y el Espíritu Santo (...)

La elección de los grandes electores es hoy más clara, pero también más delicada que en el mes de agosto. Los cardenales conocen el perfil del «buen Papa» y Giovanni Benelli, 57 años, arzobispo de Florencia, lo ha dado a conocer: el retrato lo ha fijado Juan Pablo I. «El Papa debe ser un pastor, un hombre de fe, de una gran bondad. Necesitamos un hombre de una salud de hierro, de una media edad, y de experiencia en el gobierno de la Iglesia.» Extrañamente, este retrato se parece mucho a Giovanni Benelli mismo, aunque hasta ahora haya permanecido oculta su gran bondad (...)

Además, el desarrollo del precedente cónclave está lleno de enseñanzas. En la primera vuelta del escrutinio, los votos se dispersaron. Era previsible. Los cardenales de los países en vías de desarrollo, once africanos, nueve asiáticos, diecinueve latinoamericanos y un polinesio, parecen haber actuado continentalmente, mientras que del lado italiano, el cardenal Sir¡ obtenía dos votos más que el cardenal Albino Luciani, apoyado por el todopoderoso Benelli. (...)

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Sin embargo, los representantes de los países en vías de desarrollo, con la conciencia de su peso específico, definían el perfil del nuevo Papa. Tres condiciones: que sea italiano, que sea un pastor y no un hombre de la curia, que conozca el Tercer Mundo y sus problemas. Sólo tres grandes electores correspondían a estos criterios: Albino Luciani, Salvatore Papalardo, arzobispo de Palermo, y Corrado Ursis, arzobispo de Nápoles (...) De las cuatro votaciones, se debe retener que los cardenales de¡ Tercer Mundo no pudieron imponer uno de sus representantes, sino bloquear sus votos sobre él.»

10 octubre

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