El sindicato comunista francés publica por primera vez críticas de sus afiliados

Por primera vez en su historia, la Confederación General del Trabajo (CGT), la central sindical más poderosa de Francia, de tendencia comunista, abre las puertas de su congreso a otros sindicatos. Por primera vez también, en sus órganos de información están apareciendo críticas de los militantes, al mismo tiempo que la base multiplica los debates para preparar el citado congreso, el cuadragésimo, que se celebrará en Grenoble a partir del próximo 26 de noviembre.«Queremos organizar un congreso democrático con mayúscula», advirtió el secretario general de la CGT, Georges Seguy, a la prensa, ...

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Por primera vez en su historia, la Confederación General del Trabajo (CGT), la central sindical más poderosa de Francia, de tendencia comunista, abre las puertas de su congreso a otros sindicatos. Por primera vez también, en sus órganos de información están apareciendo críticas de los militantes, al mismo tiempo que la base multiplica los debates para preparar el citado congreso, el cuadragésimo, que se celebrará en Grenoble a partir del próximo 26 de noviembre.«Queremos organizar un congreso democrático con mayúscula», advirtió el secretario general de la CGT, Georges Seguy, a la prensa, al esbozar los rasgos que caracterizarán lo que la central desea que constituya una nueva etapa de su existencia.

En este sentido, teniendo en cuenta el funcionamiento tradicional de la CGT, dominado por «una especie de unanimidad», según el propio Seguy, varios síntomas aperturistas son destacables: desde hace algunas semanas, La Vida Obrera y El Pueblo, periódicos de información de la CGT, publican artículos críticos de sus militantes.

No se sabe aún en qué medida este cambio de orientación, en un sentido más democrático, modificará la representatividad de la dirección actual, dominada por los sindicalistas que pertenecen al Partido Comunista. La CGT es, con mucho, la primera sindical francesa, con dos millones largos de afiliados, seguida de la Confederación Francesa del Trabajo (CFDT), que ronda el millón. Su composición política está determinada por cuatro corrientes: lo miembros de la central que al mismo tiempo lo son del Partido Comunista suman unos 250.000. Pero se estima que el 40% de los afiliados votan por el Partido Socialista. Existe una tercera corriente cristiana y, por fin, otra no menos importante de sindicalistas no comprometidos políticamente en forma directa.

En vísperas del congreso de Grenoble, las instancias dirigentes de la CGT están controladas por los afiliados comunistas. El secretario general, Georges Seguy, es también dirigente del PCF. El buró confederal del sindicato se compone de quince miembros, ocho de los cuales pertenecen al Partido Comunista.

Tal como se están desarrollando los trabajos preparatorios se prevé que, en el mejor de los casos, seis socialistas entrarán en la comisión ejecutiva.

Tras el fracaso de la izquierda, en marzo último, el descontento se ha enraizado en la CGT, que lo mismo que el PCF ha perdido votos en diversas elecciones sectoriales. El dominio de la central por el PCF es uno de los motivos que más se reprochan a la dirección.

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