Empresario francés procesado por imponer la semana laboral de cuatro días

Durante los dos últimos días ha sido juzgado por un tribunal de Saint Die, en la región de los Vosgos, un empresario que ha impuesto en su fábrica la semana laboral de cuatro días. Este juicio ha sido seguido con gran interés por la opinión pública francesa. El próximo 27 de octubre se conocerá el veredicto, pero absuelto o condenado el empresario habrá inscrito su nombre en la historia político-social del país.Lucien Bichet, propietario de una fábrica de elementos de estética industrial, que emplea a 160 obreros, tomó el año pasado una decisión parecida a la que ya imaginó el utopista inglés ...

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Durante los dos últimos días ha sido juzgado por un tribunal de Saint Die, en la región de los Vosgos, un empresario que ha impuesto en su fábrica la semana laboral de cuatro días. Este juicio ha sido seguido con gran interés por la opinión pública francesa. El próximo 27 de octubre se conocerá el veredicto, pero absuelto o condenado el empresario habrá inscrito su nombre en la historia político-social del país.Lucien Bichet, propietario de una fábrica de elementos de estética industrial, que emplea a 160 obreros, tomó el año pasado una decisión parecida a la que ya imaginó el utopista inglés Thomas Moore en el siglo XVI. En vez de trabajar toda la semana seis o siete horas, el señor Bichet decidió poner en marcha una nueva ordenación del tiempo de labor: cuatro días por semana, pero sin rebajar el horario, es decir, trabajando diez horas por jornada, de 7 a 12 de la mañana y de la una a las seis de la tarde. El patrono informó a la Inspección de Trabajo de su cambio de horario y el organismo le advirtió que fuera «prudente». A continuación, los partidos políticos de izquierdas de la zona y los sindicatos iniciaron una investigación que dio como resultado denuncias sucesivas ante el Ministerio de Trabajo sobre los peligros de jornadas tan largas. La Inspección de Trabajo, a su vez, intentó que el patrono «revolucionario» reinstaurara los horarios normales. Pero Bichet, apoyado por la gran mayoría de sus empleados (el 60% son mujeres), ignoró todas las advertencias.

Por fin, la Inspección de Trabajo denunció el caso a la justicia. Durante el proceso, celebrado en los dos últimos días, los obreros de Bichet abarrotaron la audiencia y aplaudieron cada una de sus declaraciones. Algunos de los empleados peor tratados por el nuevo sistema, como consecuencia de su labor específica, protestan, pero la casi totalidad está encantada.

«El patrón no ha hecho nada por nosotros -dicen- porque este horario le conviene al ritmo de trabajo de las máquinas. Pero lo cierto es que eso de saber que el martes ya estamos a mediados de la semana y que nos esperan tres días de vacaciones nos hace sentirnos díferentes a los demás.»

En estos mismos momentos el Ministerio de Trabajo estudia una nueva ordenación de los horarios de trabajo. El secretario de Estado del ramo, señor Stoleru, incluso telegrafió al empresario de los Vosgos para expresarle la simpatía que le inspiraba su iniciativa que, a la vista del veredicto de los tribunales, dará aún mucho que hablar en este país.

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