Tribuna:

El vacío de los buenos

Los homenajes, sean del tipo que sean, siempre tienen más regusto de tristeza que de alegría. La despedida de Luis Aragonés, esta noche, no escapará a la regla general. La curiosidad de que se le ofrezca «al jugador» que sin solución de continuidad siguió de entrenador tres años más en el mismo Atlético, sólo incide en que el fútbol premia largamente a sus «escogidos». Para demostrar de nuevo que es diferente, como España en tiempos, no da sólo la medalla tras la comida o cena de rigor, sino un buen puñado de millones, normalmente. Así es el balompié. Pero al margen de esa suerte personal de...

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Los homenajes, sean del tipo que sean, siempre tienen más regusto de tristeza que de alegría. La despedida de Luis Aragonés, esta noche, no escapará a la regla general. La curiosidad de que se le ofrezca «al jugador» que sin solución de continuidad siguió de entrenador tres años más en el mismo Atlético, sólo incide en que el fútbol premia largamente a sus «escogidos». Para demostrar de nuevo que es diferente, como España en tiempos, no da sólo la medalla tras la comida o cena de rigor, sino un buen puñado de millones, normalmente. Así es el balompié. Pero al margen de esa suerte personal del homenajeado lo triste es el vacío que deja al rnarcharse. En estos tiempos de penuria a nivel mundial da mucha pena que se vayan jugadores con su clase. Cuando el embarullamiento abunda y los jugadores que ni saben tocar el balón, ni levantar la cabeza para organizar un contraataque, son legión, cabe acordarse de alguien como Luis. Se le podía criticar su planta desgarbada, pero no la efectividad de un hombre con categoría, su toque de balón, sus golpes francos.

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Por otra parte, en estos momentos rojiblancos, los aficionados tienen que acordarse, obIigatoriamente, de nombres. Ya no sólo de los Ben Barek, Silva o Carlsson. Ultimamente se han retirado jugadores corno Gárate o Luis. Nada menos.

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