La conquista del césped público.

Ha empezado la conquista del césped público por parte de la gente. Los numerosos rodales, más o menos extensos, de césped que se hallan salpicados por Madrid, durante tantos años prohibidos para el acceso de grandes y chicos, son conquistados día a día por la ocupación ciudadana. La población se ha decidido a pisar ese verde y hasta tenderse en él. Lo mismo ocurre con los amplios espacios de césped en los parques. En nuestra ciudad ya es corriente ver en la plaza de España, en el Retiro, en el parque del Oeste, en la calle de Arturo Soria, etcétera, a numerosos grupos de personas -principalmen...

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Ha empezado la conquista del césped público por parte de la gente. Los numerosos rodales, más o menos extensos, de césped que se hallan salpicados por Madrid, durante tantos años prohibidos para el acceso de grandes y chicos, son conquistados día a día por la ocupación ciudadana. La población se ha decidido a pisar ese verde y hasta tenderse en él. Lo mismo ocurre con los amplios espacios de césped en los parques. En nuestra ciudad ya es corriente ver en la plaza de España, en el Retiro, en el parque del Oeste, en la calle de Arturo Soria, etcétera, a numerosos grupos de personas -principalmente jóvenes y niños aún- que se encuentran sentados y charlando o merendando sobre el césped. Los guardas ya no lo prohíben, ya no asustan a los niños. No se ha levantado la prohibición, pero empieza a cambiar la costumbre. Sin embargo, el césped en nuestro país cuesta caro, según dice Florentino Pérez Rodríguez, delegado municipal de Saneamiento y Medio Ambiente. Y, además, añade, el césped sólo cumple una función estética, pues no sirve para paliar la contaminación atmosférica como lo hacen otras plantas. Por tanto, el criterio de Florentino Pérez se trasladará próximamente al pleno municipal para estudiar la posibilidad de reducir estos espacios de césped. De tal modo que se ahorre el costo de su mantenimiento y los desperfectos que ya empiezan a causar quienes ahora se han decidido a ocuparlo.

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