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La triste derrota sufrida ayer por Higueras fue todo un ejemplo del sombrío panorama en el que sigue sumido el deporte español. Unicamente funcionan algunas individualidades -caso Orantes, que guardó el tipo, o Ballesteros- porque los planteamientos generales continúan siendo inexistentes. El fútbol da pasos mínimos hacia la claridad -si es que los da- pues el inmovilismo es demasiado fuerte todavía. El ciclismo, cuando el Tour daba en otros tiempos satisfacciones sin numero, ha convertido a nuestros corredores, los pocos que quedan, en meros comparsas.El caso del ciclismo español es uno de lo...

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La triste derrota sufrida ayer por Higueras fue todo un ejemplo del sombrío panorama en el que sigue sumido el deporte español. Unicamente funcionan algunas individualidades -caso Orantes, que guardó el tipo, o Ballesteros- porque los planteamientos generales continúan siendo inexistentes. El fútbol da pasos mínimos hacia la claridad -si es que los da- pues el inmovilismo es demasiado fuerte todavía. El ciclismo, cuando el Tour daba en otros tiempos satisfacciones sin numero, ha convertido a nuestros corredores, los pocos que quedan, en meros comparsas.El caso del ciclismo español es uno de los más tristes que aquejan al deporte nacional en los últimos tiempos. Dentro de la crisis europea existente España no ha sabido ni siquiera seguir el discreto nivel general. No nos quedan ni escaladores. El ritmo del Tour ha acabado con todos. Un deporte que tenía gran cantidad de adeptos los ha perdido casi a la fuerza. Aún da más pena tras ver los resultados de ayer en el Puy de Dome. Hace diecinueve años «un tal» Bahamontes sentenciaba su triunfo en el Tour. Lo malo es que ni siquiera queda el consuelo de que existan carriles bicicletas para el pueblo. El panorarna es más sombrío todavía.

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