Cartas al director

Libertad de enseñanza

Leo el número 649 de EL PAIS y el prodigioso artículo de don Antonio Jiménez Landi en favor de la libertad de enseñanza. En el número anterior ustedes nos prometían controlarse un poco respecto a algunas cuestiones: controlen a señores como Jiménez Landi y González de Cardenal, que con sus escritos hacen un flaco favor a los abogados de la FERE. Rousseau escribió hace más de cien años que un hombre libre es el que puede lo que quiere y hace lo que le place, y eso vale también para los que quieren y no pueden en este tema de la enseñanza, sin necesidad de remontarse a los patriarcas bíbl...

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Leo el número 649 de EL PAIS y el prodigioso artículo de don Antonio Jiménez Landi en favor de la libertad de enseñanza. En el número anterior ustedes nos prometían controlarse un poco respecto a algunas cuestiones: controlen a señores como Jiménez Landi y González de Cardenal, que con sus escritos hacen un flaco favor a los abogados de la FERE. Rousseau escribió hace más de cien años que un hombre libre es el que puede lo que quiere y hace lo que le place, y eso vale también para los que quieren y no pueden en este tema de la enseñanza, sin necesidad de remontarse a los patriarcas bíblicos como fuente inspiradora de la escuela privada, que, parece, por las palabras de Jiménez Landi, el lugar natural de aquella posibilidad de libertad. Hace algunos años, en 1970, algunos grupos políticos, y no de los más progresistas -el partido, radical francés, abanderado por Servan Schreiber-, en su manifiesto, reivindicaban la necesidatt de igualdad educativa para los niños, desde la cuna: al arribar a la escuéla, a los seis años, normalmente, las diferencias estaban marcada s para toda la vida. Eso desde el punto de vista pedagógico y psicológico. Desde el punto de vista político, nuestro ejemplo fallido por la intransigencia de la Iglesia, madre espiritual de la mayoría de católicos, que constantemente se dice hay en España, fue Francia. Con Ferry se aprobó la gratuidad obligatoriedad y laicidad de la enseñanza. Quedó escrito y se cumplió cincuenta años más tarde. Los obispos del, señor Jiménez no leyeron, ni han leído todavía, a lo que se ve, a Gilson: Por un orden católico, y desde siglos vienen convirtiéndose en diputados cuando se trata de defender el privilegio que con un claro sentido beneficente, paternalista y proselitista, vienen manteniendo en la enseñanza. Estamos en el siglo XX. Y el señor Jiménez, que trata de historiar la evolución de la Institución Libre de Enseñanza, parece no entender nada. ¿De qué libertad de ciencia puede hablarse en España desde. 1559? ¿No ha sido la razón de Estado la que, permanentemente aliada o identificada con esta Iglesia, se ha convertido en diriniidora de cuestiones claras como el agua? ¿No recuerda, pese a sus citas de Salmerón y Giner, los enfrentamientos del XIX? Se trata, finalmente, de no dividir a los españoles zoológicamente por causas de educación y clase social; no más corralillos y menos en la escuela. Recuerde el señor Jiménez la apostilla de Giner: «¿Católica España?» Posiblemente sí, pero no como la conferencia episcopal, la FERE y esa confederación traída y llevada de los católicos padres de familia.

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