Entrevista:

"Nuestra vocación es ser bancos populares"

Pregunta. Pronto se cumplirá un año desde la promulgación de la nueva normativa para las cajas de ahorro españolas, ¿cuál es su valoración del funcionamiento de los órganos de gobierno internos, en su nueva composición?Respuesta. Desde mi propia experiencia, yo valoraría positivamente la situación, aunque con la salvedad precisa de que es todavía muy escaso el tiempo transcurrido desde su constitución efectiva. Tras la promulgación de las normas, en agosto del pasado año, fue preciso cumplir una serie de requisitos, entre los que destacaría la adecuación de los estatutos de cada ...

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Pregunta. Pronto se cumplirá un año desde la promulgación de la nueva normativa para las cajas de ahorro españolas, ¿cuál es su valoración del funcionamiento de los órganos de gobierno internos, en su nueva composición?Respuesta. Desde mi propia experiencia, yo valoraría positivamente la situación, aunque con la salvedad precisa de que es todavía muy escaso el tiempo transcurrido desde su constitución efectiva. Tras la promulgación de las normas, en agosto del pasado año, fue preciso cumplir una serie de requisitos, entre los que destacaría la adecuación de los estatutos de cada institución a las normas dictadas. De cualquier forma, volviendo al hilo de su pregunta, considero muy saludable que se hayan incorporado a los órganos de gobierno y gestión, internos las ideas de la calle, aportadas por los impositores, y que los trabajadores hayan visto institucionalizada su cooperación en las funciones de máxima responsabilidad. En un primer momento, las relaciones estuvieron excesivamente impregnadas de recelos mutuos, pero, a pesar de la escasa experiencia, creo que esta prevención se está viendo progresivamente superada por el deseo común de cooperación responsable. En definitiva, la actual composición de los órganos de gobierno de las cajas contribuirá a su transformación en instituciones financieras auténticamente populares.

P. Otra de las innovaciones introducidas en el funcionamiento de las cajas fue su acceso a toda la operatividad bancaria, ¿qué frutos, problemas y experiencias ha comportado?

R. No cabe ninguna duda, se nos plantean importantes problemas en todo el marco del largo plazo. El futuro más o menos inmediato plantea una situación de libertad absoluta de tipos de interés en lo depósitos, de modo que sea el propio mercado quien los fije. En las operaciones de préstamo , en cambio, el tipo de interés queda fijado al pactar la operación y permanece inamovible, sean cuáles fueren las condiciones del mercado. Esto es especialmente lesivo para las operaciones a largo plazo, en las que las cajas estamos obviamente especializadas Técnicamente, se podría afirmar que puesto que ya somos como bancos lo lógico es adoptar su modos de comportamiento comercial, abandonando, entre otras cosas, el largo plazo. Sin embargo, nuestra vocación misma nos lleva al largo plazo y nos obliga en estos momentos a buscar nuevas formas de captación de pasivo, que nos permitan rentabilizar más nuestros recursos y compensar el coste derivado de la preponderancia del largo plazo No podemos obviar la incongruencia de captar dinero básicamente a corto para negociarlo masivamente a largo.

P. ¿Qué problemas están retrasando dentro de este marco, la generalización del descuento de letras?

R. El primero y principal es de formación del personal. Al ser una actividad nunca experimentada en nuestras instituciones es preciso familiarizar al personal con la manipulación de los efectos. Prácticamente desde el momento en que recibimos la autorización, venimos realizando cursos de capacitación en todas las cajas, especialmente en las grandes, a las que se nos plantean más problemas para cubrir el período necesario de adaptación. Sin embargo, el problema no se circunscribe al ámbito del personal. La inmensa mayoría de quienes nos solicitan la aplicación del descuento son pequeños y medianos empresarios y, aunque vocacionalmente nuestra tendencia sea la de apoyar a las PME por encima de las grandes, resulta muy problemático conocer realmente a este tipo de pequeñas empresas. Por lo general, su mayor garantía es la personal; no existe una clarificación en sus contabilidades, ni un inventario fehaciente de sus recursos. En este sentido, debemos realizar un doble esfuerzo, aproximándonos realmente a las PME y al mismo tiempo propiciando su formación técnica.

P. Pero, en definitiva, puede pensarse que lo cierto es que la estructura de las cajas es inadecuada para operar como bancos...

R. Eso es cierto, pero sólo en parte. Evidentemente, se hace necesario adecuar las estructuras a la nueva operatividad. Y de modo más urgente en las grandes cajas, porque las pequeñas suelen ser más competitivas. Tenemos, por ejemplo, que crear departamentos de extranjero porque, al estarnos vedada esa actividad, carecíamos de ellos. En último término, todo se reduce a un problema de formar a los hombres de que cada institución dispone, hasta ahora habituados a unas prácticas determinadas y que deben acoplarse a las nuevas exigencias.

P. Dentro de la reforma global del sistema financiero, ¿qué papel puede estar reservado a las cajas en el inmediato futuro?

R. Yo entiendo que nuestro papel ni debe ni va a variar sustancialmente. Nuestra clientela, que es específica y esencialmente distinta de la de otras instituciones financieras, seguirá acudiendo a nosotros en demanda de las mismas cosas que les hemos venido ofreciendo. Por otra parte, ya he indicado antes que vocacionalmente tendemos hacia las pequeñas y medianas empresas, antes que a las grandes sociedades. Estas suelen, además, estar fuertemente participadas por la banca privada, por lo que es lógico que acudan a ella en demanda de financiación y servicios. Acaso lo esencial sea concretar los límites precisos a la equiparación con los bancos. Personalmente, entiendo que la equiparación absoluta es incluso inconveniente. Los papeles de banca y cajas en el contexto del sistema financiero están ya de algún modo delimitados y no tendría mucho sentido empeñarse en una homologación a cualquier precio.

P. ¿Qué otro tipo de esque ma global y mecanismo de funcionamiento interno pudiera servirnos de norte, a la vista de las experiencias extranjeras?

R. El cuadro de instituciones europeas no difiere excesivamente del español. Estamos en línea con Italia y, en cierto modo, con las escandinavas, aunque ya he dicho anteriormente que las normas respecto a la provisión, de órganos de gobierno internos son sin duda las más avanzadas del continente. Las diferenciaciones más notables puede centrarse en el ámbito de la territorialidad. En Italia, por ejemplo, es más estricta, mientras que en los países escandinavos es prácticamente libre la implantación y su estructura operativa apenas difiere de los bancos. El ejemplo italiano también presenta la característica de que sólo las grandes cajas están autorizadas a desarrollar una serie de operaciones; las restantes instituciones deben realizarlas a través de los servicios de la confederación. Y volviendo a los órganos de gobierno internos, hay que señalar que unos paííses incorporan a los impositores y otros a los trabajadores, pero sólo en España coexisten ambos.

P. A la vista de la evoluciór del debate constitucional parece ya decidido que el Estado españ 31 se vertebrará en el futuro en un conglomerado de entes autonómicos, ¿qué consecuencias traerá ello consigo para las cajas?

R. Este constituye obviamente el punto más comprometido de futuro que se plantea a las cajas en estos momentos. La configuración autonómica traerá consigo necesariamente una reforma del decreto de regionalización. Probablemente, la modificación se encaminará a potenciar una mayor servidumbre al territorio de implantación e institucionalizará una mayor dependencia de las cajas respecto de los entes autonómicos. De alguna manera, ya se ha sugerido la posibilidad de que las cajas sean mecanismo prioritario de financiación de los organismos de autogobierno. Frente a ello es posible que se otorguen situaciones de privilegio respecto de la banca, buscando ofrecer una contrapartida al mayor grado de sometimiento que probablemente padecerán. En cualquier caso, entiendo que todo ello -resulte como resultetraerá consigo la definitiva definición de las cajas, de la que hoy por hoy están prácticamente huérfanas.

P. ¿Pueden ser las cajas motor de desarrollo territorial?

R. No sólo pueden, sino que deben serlo. Yo creo que no tiene sentido recobrar planteamientos pasados para calibrar este tema. Su importancia y trascendencia obligan inexcusablemente a contemplarlo con una visión de futuro que tenga en cuenta la nueva organización del Estado. En este contexto, no parece que vaya a tener sentido acudir a inversiones ajenas a las zonas que no sean las que al mismo tiempo consiituyen el ámbito de captación de beneficios, fruto de las operaciones. Insistiendo en el aspecto vocacional, las cajas no son sino instituciones de redistribución de recursos. Lo lógico es que esa redistribución se produzca en la comunidad en la que está implantada la propia entidad.

P. ¿Qué futuro aguarda a los coe ficientes de inversión obligato ria?

R. Están condenados a desapare cer. Las normas de liberalización ya en vigor prevén una reducción progresiva hasta el 35%, que se alcanzará en 1982. En ese momento, yo entiendo deberían quedar reducidos a cero, consecuentemente con el espíritu liberalizador que ya impulsó las actuales directrices. Lo ideal sería que tal idea no se abandonase y la obligatoriedad quedara exclusivamente reducida a inversiones coyunturales, fijadas para el conjunto del sistema financiero.

P. El crecimiento de la caja madrileña viene siendo espectacular en los últimos años. ¿Qué tipo de problemas comporta?

R. Todo crecimiento es desorganizado y desorganizante. No es posible controlarlo. Buena parte de nuestros esfuerzos se centran en propiciar un ensamblaje entre los ritmos de crecimiento que son necesarios y la reorganización interna precisa para asimilar ese crecimiento y asegurar la expansión futura. Por fortuna, cada año nos vamos aproximando al objetivo y, entre otras cosas, las tasas previstas de crecimiento se cumplen ajustadamente. El pasado año crecimos un 29,4%, un poco por encima de las previsiones, pero para el presente año esperamos mantener el ritmo calculado del 22,7%. A estas alturas del año, a punto de concluir la primera mitad, parece que estamos en la línea de conseguirlo.

P. Usted procede de una caja catalana. ¿Cómo podría explicarse la preponderancia de las cajas catalanas en el contexto español y el abundante número que allí existen, sin parangón, en otras zonas del Estado?

R. Suele decirse que Cataluña -los catalanes- es un territorio ahorrador por tradición y que por ello sus tasas superan las de otras regiones españolas. Ello es cierto, pero no lo es menos que la mayoría de las cajas catalanas son de antigua implantación y que precisamente su proliferación ha provocado que, para salvar la competencia, hayan realizado notables esfuerzos para fomentar el ahorro de los catalanes. Es difícil separar ambas cosas y, aunque probablemente existen otros motivos más complejos, entiendo que la explicación debe buscarse básicamente en la interconexión de ambos fenómenos.

P. Finalmente, quisiera conocer su criterio respecto a la reforma fiscal ya iniciada. ¿Es cierto -como se dice- que el nuevo esquema impositivo grava notablemente el ahorro?

R. Ciertamente, el nuevo impuesto general sobre la renta de las personas físicas protege muy poco al ahorro. Ahora bien, sale mucho peor parado el ahorro empresarial que el familiar. Hay que tener en cuenta que las elevadas tasas de inflación que padece nuestra economía han variado las actitudes de ahorro de los españoles. Las cuentas de ahorro se conciben ahora como depósitos a muy corto plazo. Son, mayoritarlamente, cuentas de administración familiar, no de reservas. Aunque la sociedad en general no tenga un conocimiento técnico claro de qué es realmente la inflación, sí es consciente de que sus efectos erosionan de forma directa el ahorro. En síntesis, creo que la reforma fiscal lesiona la expectativa inversora del ahorro, fórzando su uso para la regulación temporal del gasto, pero no dificulta realmente al ahorro mismo.

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