Cartas al director

El delincuente no es un enfermo

Estoy completamente de acuerdo con la necesidad, acuciante, de hacer una reforma humanitaria del sistema penitenciario.Sin embargo, advierto en las proposiciones socialistas una tendencia a considerar al delincuente como enfermo. De esta forma, las cárceles se convierten en clínicas y se niega la libertad del individuo: es un irresponsable, un animal de instintos.

Contra la aparentemente comprensiva y piadosa actitud de esta tendencia, quisiera recordar una lúcida crítica de André Frossard, en Le Point (número 250, 4 de julio de 1977, página 62): «Al sostener que (el delincuente)...

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Estoy completamente de acuerdo con la necesidad, acuciante, de hacer una reforma humanitaria del sistema penitenciario.Sin embargo, advierto en las proposiciones socialistas una tendencia a considerar al delincuente como enfermo. De esta forma, las cárceles se convierten en clínicas y se niega la libertad del individuo: es un irresponsable, un animal de instintos.

Contra la aparentemente comprensiva y piadosa actitud de esta tendencia, quisiera recordar una lúcida crítica de André Frossard, en Le Point (número 250, 4 de julio de 1977, página 62): «Al sostener que (el delincuente) obra tan sólo impulsado por la necesidad, la soledad, los desarreglos constitucionales, la herencia, el atavismo o fuerzas obscuras imposibles de dominar, de modo que nada tiene que imputarse y sí, en cambio, que reprochar a los demás, se le quita toda posibilidad dejuzgar por sí mismo acerca de su estado moral y todo deseo de escapar al determinismo integral que rige su vida. Se hace de él una desgraciada criatura privada de libre albedrío, y, en lugar de ayudarle a formarse una personalidad, se le niega el medio principal, ofrecido a todo hombre, de tomar conciencia de su dignidad, que es reconocer las propias faltas.»

No puedo criticar al PSOE, congruente con unos principios marxistas que dice profesar. Pero me interesa recordar que esos supuestos han dado lugar a la creación de las clínicas soviéticas.para disidentes, sometidos a «terapia» y considerados como inadaptados al maravilloso paraíso socialista. (Tradúzcase: el orden social establecido e inamovible.)

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