Todos los grupos parlamentarios consideran un error la retirada de Alianza Popular

La retirada de Alianza Popular (AP) de la Comisión Constitucional se consideraba ayer en otros grupos parlamentarios como «un error que puede traer graves consecuencias para este partido» y como «una medida que puede dar al traste con la operación de nueva imagen que, desde las elecciones del 15 de junio pretende dar a AP su secretario general, Manuel Fraga». La decisión aliancista fue adoptada en una reunión del grupo parlamentario en pleno, con excepción de Fraga.

Al parecer, la propuesta de abandonar la Comisión fue efectuada por Federico Silva, que mantuvo las posiciones más ...

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La retirada de Alianza Popular (AP) de la Comisión Constitucional se consideraba ayer en otros grupos parlamentarios como «un error que puede traer graves consecuencias para este partido» y como «una medida que puede dar al traste con la operación de nueva imagen que, desde las elecciones del 15 de junio pretende dar a AP su secretario general, Manuel Fraga». La decisión aliancista fue adoptada en una reunión del grupo parlamentario en pleno, con excepción de Fraga.

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Al parecer, la propuesta de abandonar la Comisión fue efectuada por Federico Silva, que mantuvo las posiciones más duras, mientras que Antonio Carro y Laureano López Rodó se mostraron más conciliadores y deseosos de que ese abandono no supusiera la retirada de AP de forma definitiva de los debates constitucionales.Finalmente, la propuesta fue aceptada por unanimidad, según manifestó a EL PAIS Pedro Mendizábal, aunque se negó a explicar si fue sometida a votación o no. El señor Mendizábal señaló que su grupo había aceptado todas las normas del juego democrático; «quienes no las han adoptado -añadió- son los transgresores que, a espaldas de la Comisión, de la Cámara, de las minorías e incluso de las mayorías, pretenden arreglar en un restaurante los problemas del país. Eso es gravísimo, aunque el que lo haga sea un vicepresidente del Gobierno».

La actitud adoptada por el grupo parlamentario de AP fue calificada de errónea desde, prácticamente, todos los sectores políticos de la Cámara Baja. Gabriel Cisneros, diputado de UCD y miembro de la ponencia constitucional, estimó -y así se lo dijo a alguno de los diputados de AP- que podía tener consecuencias graves para el partido de Manuel Fraga, porque le situaba de nuevo en el punto de partida. «Os habéis puesto otra vez en el 15 de junio», les dijo.

Los socialistas fueron, tal vez, los más duros al denunciar a AP. Enrique Múgica afirmó que era paradójico que AP hablara de menosprecio a las minorías «cuando sus hombres han estado menospreciando al pueblo español como valedores de la dictadura. Sucede que para algunas minorías el aprendizaje de la democracia representa un costoso esfuerzo. Confiamos en que los catecúmenos de la misma lleguen a convencerse de que la democracia es el mejor de los regímenes posibles, o al menos el peor con la excepción de todos los demás».

Felipe González, por su parte, se limitó a afirmar que todo el esfuerzo efectuado por Manuel Fraga para despegarse del franquismo había sido dado al traste por sus propios compañeros. La misma opinión sustentó Alfonso Guerra, para quien la táctica de AP de retirarse contradice la política que ha llevado a cabo su figura más destacada. Para el señor Guerra, la retirada de AP planteaba un problema a UCD, que debería buscar ahora los votos que le faltan para obtener la mayoría en la Comisión Constitucional en la Minoría Catalana o en el PNV, «que suelen ser más caros que AP».

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Los comunistas, por boca de Santiago Carrillo y Pilar Brabo, expresaron su convencimiento de que la retirada sería sólo momentánea. A su juicio, esa actitud respondía a, la realidad de que AP está quedando al margen de la realidad política española, «como han demostrado las posiciones estrictamente reaccionarias que mantuvieron en la campaña electoral de Alicante y Asturias».

«Creo, de todas formas -dijo Pilar Brabo-, que AP tiene la suficiente cabeza como para no situarse en la misma postura que Blas Piñar, lo que sólo serviría para restarle votos.» Santiago Carrillo, por su parte, juzgó la actitud de AP como ligera.

Fraga cree que la retirada es "temporal"

Mientras tanto, el secretario general de Alianza Popular, Manuel Fraga, visitó ayer el Pentágono y conversó sobre temas de defensa con militares norteamericanos, informa nuestro corresponsal en Washington, Juan González Yuste. Preguntado sobre la retirada de su partido de la Comisión Constitucional de las Cortes, Manuel Fraga calificó de temporal esta retirada, como protessta por el pacto entre UCD y PSOE que, añadió, «atenta al principio de representatividad parlamentaria».

Preocupación en el partido de AP

Por su parte, el Partido Unido de Alianza Popular (AP) ha decidido convocarj unta directiva para finales de este mes, cuando ya el señor Fraga haya regresado de Estados Unidos. Fuentes cualificadas de dicho partido, ajenas al grupo parlamentario de Alianza Popular, no ocultaron ayer su preocupación por lo sucedido y sus reservas ante la decisión adoptada por los parlamentarios.

«El señor Fraga -dijeron dichas fuentes- se hubiera opuesto al procedimiento seguido por los otros grupos parlamentarios para el consenso, pero quizá la nota, hecha pública tras la retirada, hubiera mantenido un tono distinto.» Estas mismas fuentes consideran la nota «especialmente desafortunada» por la dureza de los calificativos empleados, especialmente cuando se refiere a un pacto UCD-marxistas, por entender que la redacción dada «facilita ataques innecesarios a AP». Siempre según la misma línea de pensamiento, la marginación de AP de las conversaciones es consecuencia directa de la campaña electoral en Asturias y Alicante, donde UCD mantuvo una actitud muy beligerante hacia Alianza Popular.

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