China desmitifica a Mao Tse-tung

China está pasando, aparentemente, por un sutil proceso de revaluación y desmitificación de la imagen de Mao Tsé-tung. Desde hace unas semanas la prensa, sin ninguna explicación, ha dejado de publicar, como tradicionalmente se hacía, en primera página y con grandes caracteres, las frases de alabanza a sus emperadores.El diario del partido, Yenmin Yih Pao, también ha abandonado la práctica de publicar diariamente al lado del titular una frase de Mao, rito originado durante la revolución cultural, cuando la veneración a Mao se elevó al nivel de culto nacional. Simultáneamente, el Gobierno...

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China está pasando, aparentemente, por un sutil proceso de revaluación y desmitificación de la imagen de Mao Tsé-tung. Desde hace unas semanas la prensa, sin ninguna explicación, ha dejado de publicar, como tradicionalmente se hacía, en primera página y con grandes caracteres, las frases de alabanza a sus emperadores.El diario del partido, Yenmin Yih Pao, también ha abandonado la práctica de publicar diariamente al lado del titular una frase de Mao, rito originado durante la revolución cultural, cuando la veneración a Mao se elevó al nivel de culto nacional. Simultáneamente, el Gobierno ha comenzado a tratar de dar una nueva interpretación a dos de los personajes más populares del país: Confucio y el emperador Chin Shi Huang, que unificó al país por vez primera hace 2.000 anos.

Una serie de artículos aparecidos en la prensa durante los dos últimos meses, con discreción y oblicuamente, han insistido sobre la violenta crítica que se hizo a la figura de Confucio durante la revolución cultural, acusando a los «así llamados radicales» de llevar a cabo una campaña de desprestigio y exageraciones perjudiciales a la imagen de Confucio, manipulando así la opinión pública. El diario del partido ha recordado que incluso el mismo Mao a menudo citaba a Confucio y expresaba su deseo de que la gente debería tomar ejemplo de él más a menudo.

Otra serie de artículos, aparecidos en la prensa recientemente, acusan a los radicales, actualmente en desgracia y dirigidos por la mujer de Mao, Chiang Ching, de deformar todo lo logrado por el emperador Ching Shi Huang. Esto es especialmente significativo, ya que el emperador era la figura más admirada por Mao y con la que más quería ser identificado, hasta el punto que para los chinos el nombre del emperador y el de Mao llegaron a ser sinónimos.

En un artículo publicado esta semana en Yenmin Yih Pao, titulado «Sobre el endiosamiento», se afirmaba que cuando los radicales controlaban las industrias de comunicación, «los personajes históricos eran transformados en dioses o en fantasmas. Los buenos eran buenos de un modo absoluto y, por tanto, eran objeto de grandes alabanzas. Los malos eran absolutamente malos y, por tanto, eran víctimas de los peores insuItos».

Los líderes chinos, si no oficialmente, de hecho han estado cambiando la política de Mao desde la muerte de éste, en 1976, particularmente todo lo relacionado con educación, comercio exterior, política salarial y desarrollo científico.

La figura de Mao no ha sido públicamente reafirmada. Aparentemente todavía representa una parte demasiado importante en el conjunto de la experiencia comunista y una fuente de legitimación esencial para ciertos líderes en puestos clave, especialmente para su sucesor como presidente del partido, Hua Kuo Feng, para llevar a cabo una crítica demasiado dura.

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Por otro lado, a ciertos líderes, especialmente Teng Hsiao-ping, el agresivo premier purgado dos veces por Mao, les gustaría ver reflejada su figura de un modo más maligno, una vez admitido que éste había cometido numerosos errores durante sus últimos años, y de una manera especial durante la revolución cultural.

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