La misma ley para todos

«Tenemos un caso claro y patente de injurias y hasta intento de agresión. Abundan los testigos. El protagonista ha sido nada más y nada menos que el propio ministro de la Gobernación, señor Martín Villa. El escenario, la capital de España. Este caso no requiere especiales averiguaciones ni complejos trámites para localizar a los autores, a los responsables. La persona ofendida es una alta jerarquía del Estado. Todo es evidente y notorio.La única diferencia que puede separar este caso de otros es que sus autores no son periodistas sospechosos de izquierdismo ni gentes escasilladas dentro de lo ...

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«Tenemos un caso claro y patente de injurias y hasta intento de agresión. Abundan los testigos. El protagonista ha sido nada más y nada menos que el propio ministro de la Gobernación, señor Martín Villa. El escenario, la capital de España. Este caso no requiere especiales averiguaciones ni complejos trámites para localizar a los autores, a los responsables. La persona ofendida es una alta jerarquía del Estado. Todo es evidente y notorio.La única diferencia que puede separar este caso de otros es que sus autores no son periodistas sospechosos de izquierdismo ni gentes escasilladas dentro de lo que se puede calificar como de extremismo antirrégimen. Los afectados ahora por la ley parecen ser militantes de extrema derecha, gentes que, curiosamente, se proclaman como defensores del «orden». Es tamos interesados en comprobar si los mecanismos represivos funcionan ahora con tanta eficacia contra estas gentes como en ocasiones anteriores contra personas de diferente signo político.

Si quienes violaron las leyes defienden la autoridad del Estado no cabe, en esta ocasión al menos, dar pruebas de debilidad. Otros tal vez pueden protestar ante la dureza con que se actúa en algunas ocasiones; ellos, no. Las cartas están sobre la mesa. La ocasión para de mostrar que todos los españoles somos iguales ante la ley la pintan calva. Sobre todo cuando tenemos casos recientes de personas acusadas de injuriar que han ido a parar con sus huesos en la cárcel. Y por varios años.

Algo se ha evidenciado en los incidentes contra Martín Villa. Lo que defienden esas fuerzas de extrema derecha no es el orden, como proclaman retóricamente. Lo que quieren conservar es su orden, el orden de una dictadura que les garantiza privilegios e inmunidades. A lo que temen, en verdad, es a la democracia, al orden democrático. Y no repararán en medios para evitar su triunfo en nuestro país.»

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1 abril

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