El Ayuntamiento de Navafría necesita urbanizar 250 hectáreas de pastos

La expansión del área de influencia de Madrid pareció durante algunos años que se iba a quedar, bloqueada por la barrera natural del Guadarrama. Los efectos de esta expansión y la necesidad consecuente de encontrar tierras libres en que promover suelo urbanizable pareció también, hace unos años, que se iba a limitar a la vertiente sur del Guadarrama y los casos recientes de Valcotos y Valdesquí pueden ser una confirmación a esta teoría. Sin embargo, la provincia de Madrid ha quedado pequeña para las necesidades colonizadoras de los madrileños y un nuevo caso de escurantismo urbanístico ha come...

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La expansión del área de influencia de Madrid pareció durante algunos años que se iba a quedar, bloqueada por la barrera natural del Guadarrama. Los efectos de esta expansión y la necesidad consecuente de encontrar tierras libres en que promover suelo urbanizable pareció también, hace unos años, que se iba a limitar a la vertiente sur del Guadarrama y los casos recientes de Valcotos y Valdesquí pueden ser una confirmación a esta teoría. Sin embargo, la provincia de Madrid ha quedado pequeña para las necesidades colonizadoras de los madrileños y un nuevo caso de escurantismo urbanístico ha comenzado a fraguarse en Navafría, provincia de Segovia.

Hace dos años que el Ayuntamiento de Navafría decidió vender una finca situada al norte del pueblo, llamada El Retamar, con una extensión de sesenta hectáreas y próxima a la carretera nacional Segovia-Soria. Esta finca, propiedad del Ayuntamiento, servía como zona de pastos comunales a algunos ganaderos del pueblo. Meses antes los vecinos habían informado al alcalde de Navafría sobre su oposición total a la venta de esta finca, que fue en tiempos propiedad del Ejército y zona de acuartelamiento, ya que mermaba considerablemente el patrimonio del pueblo y daba pie a la construcción de doscientas viviendas unifamiliares, lo cual alteraba considerablemente la naturaleza del entorno.En una carta enviada por el alcalde a una serie de vecinos que protestaron por la venta de El Retamar, el Ayuntamiento replicó con una circular en la que se explicaba que la enajenación de El Retamar se realizó en subasta pública que se desarrolló en la casa consistorial del pueblo el 4 de julio de 1975 y que fue anunciada en los boletines oficiales del Estado y de la Provincia, así como en el diario Arriba, de Madrid, y El Adelantado, de Segovia. Los vecinos de Navafría alegaron que ellos no habían sido informados directamente de una venta que les perjudicaba notablemente (seis millones por sesenta hectáreas) y que ya con anterioridad el alcalde había sido informado de la voluntad de los vecinos, contraria a la venta de El Retamar.

A pesar de la urgencia con que el Ayuntamiento de Navafría realizó la operación de venta (en cargó el plan de urbanización y exigió a los compradores que en el plazo máximo de un año comenzaran las tareas de construcción), los terrenos siguen como estaban hace dos años, porque, según la vigente ley del Suelo, es necesario contar con unas normas subsidiarias que el pueblo no tiene. Posteriormente el Ayuntamiento encargó la redacción de unas normas subsidiarias que fueron presentadas a los vecinos una vez terminadas y que, en síntesis, suponían la urbanización de 250 hectáreas más, el terreno comprendido entre Navafría y El Retamar. Según la vigente ley del Suelo, el crecimiento de núcleos de población no puede hacerse, como antes estaba autorizado, de forma lineal o radial, sino en base a círculos concéntricos alrededor del casco. Para que El Retamar fuera urbanizable era preciso hacer urbanizable una enorme cantidad de terreno alrededor del pueblo, 250 hectáreas, la mayoría de las cuales están dedicadas a pastos.

En una carta enviada al alcalde, firmada por 69 vecinos de Navafría, éstos se oponían a las normas subsidiarias en los siguientes términos: «El anteproyecto de normas subsidiarias dado a conocer a los vecinos en el salón de sesiones del Ayuntamiento atenta contra la supervivencia de este pueblo y sus medios de vida. El futuro de nuestro pueblo debe orientarse a la explotación de las materias primas, ganaderas y forestales sobre todo, de la zona, y a las industrias de transformación que de ellas se deriven, de acuerdo con las normas generales que se elaboren para nuestra provincia en la nueva situación democrática. Aceptamos el aprovechamiento de la capacidad turística y residencial de nuestras tierras y paisajes, pero de forma racional y controlada, siempre que no suponga un perjuicio o deterioro de nuestra forma de vida.

El atractivo turístico y residencial de Navafría es evidente, situada en la falda del Guadarrama, con extensos pinares en sus alrededores y perfectamente comunicada por cuatro vías diferentes: Madrid-LaGranja-Torrecaballeros, por Navacerrada, cien kilómetros; por la nacional I, hasta Santo Tomé del Puerto y carretera a Segovia, 130 kilómetros; por la nacional VI, hasta Segovia y Navafría, 120 kilómetros y, la ruta más corta, Lozoya-puerto de Navacerrada-Navafría, ochenta kilómetros.

El Ayuntamiento, que ha visto aumentado progresivamente su presupuesto en los últimos años, mientras la población de Navafría disminuía rápidamente, afirma que con la urbanización de El Retamar se llegaría a un aumento del censo de 1.300 habitantes. Sin embargo, según las normas subsidiarias y previendo la urbanización de 250 hectáreas más, la población de Navafría llegaría fácilmente hasta los 20.000 residentes. Según el censo de 1970, este pueblo tenía 493 habitantes de hecho. Desde entonces la emigración de pinos y hombres ha sido muy considerable.

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