Iglesia, opinión pública y constitución
La oportuna publicidad del borrador constitucional ha dado lugar a variadas reacciones. Estimo muy beneficiosa la posibilidad de que la opinión pública haya tenido ocasión de expresarse sobre el mismo, sin mengua de la competencia de los legisladores, que finalmente redactarán la Constitución.El hecho de que el poder legislativo radique en las Cortes no obsta para que la opinión pública pueda y deba manifestarse sobre el sentido, oportunidad y contenido de la legislación a implantar o modificar. Sin ir más lejos, hoy da publicidad EL PAÍS a los contactos entre la, Federación del Movimiento Eco...
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La oportuna publicidad del borrador constitucional ha dado lugar a variadas reacciones. Estimo muy beneficiosa la posibilidad de que la opinión pública haya tenido ocasión de expresarse sobre el mismo, sin mengua de la competencia de los legisladores, que finalmente redactarán la Constitución.El hecho de que el poder legislativo radique en las Cortes no obsta para que la opinión pública pueda y deba manifestarse sobre el sentido, oportunidad y contenido de la legislación a implantar o modificar. Sin ir más lejos, hoy da publicidad EL PAÍS a los contactos entre la, Federación del Movimiento Ecologista con la ponencia constitucional, con sus propuestas de modificación en lo que respecta al medio ambiente.
Por ello me produce extrañeza el escándalo con que algunos sectores han reaccionado ante la declaración episcopal sobre la Constitución, llegando a afirmarse públicamente por un significado líder político que no pensaba intervenir en el Sínodo de los obispos, y pidiendo abstención de éstos en lo relativo a la Constitución.
¿No son los obispos ciudadanos españoles cuya opinión pueda manifestarse?
¿La libre formación de la opinión pública está reñida con que la Iglesia, como corporación, exprese sus criterios sobre asuntos públicos?
Se podrá estar de acuerdo o no con sus opiniones (que, al parecer, habrían sido tenidas en cuenta. por la ponencia en sus últimas reuniones), pero no me parece democrático pretender el silencio de la Iglesia, en nombre precisamente de la democracia. .