Tribuna:

Benevolencia, pero escasa ayuda,para los que empiezan

La condescendencia, la benevolencia demagógica, pueden ser muy graves para el futuro del novillero que no tiene,verdaderas dotes de torero: quizá su ruina. Al que no vale hay que advertirle cuanto antes, para que cambie el rumbo y restielvasu vida en el aprendizaje de otra profesión.La verdad es que no suele hacerse así. Por esas plazas, donde llueven orejas en todos los festejos, para los novilleros caen a chaparrón y en todas partes hay una tendencia a las facilidades, con el consabido argumento: «Es para animarles, porque están empezando».

Pero si el novillero apunta el arte, condici...

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La condescendencia, la benevolencia demagógica, pueden ser muy graves para el futuro del novillero que no tiene,verdaderas dotes de torero: quizá su ruina. Al que no vale hay que advertirle cuanto antes, para que cambie el rumbo y restielvasu vida en el aprendizaje de otra profesión.La verdad es que no suele hacerse así. Por esas plazas, donde llueven orejas en todos los festejos, para los novilleros caen a chaparrón y en todas partes hay una tendencia a las facilidades, con el consabido argumento: «Es para animarles, porque están empezando».

Pero si el novillero apunta el arte, condiciones claras para la profesión por valor y técnica, cuando repite en la misma plaza la reacción del público, es curiosa, enjuicia con una extraña severidad; y si la nueva actuación del prometedor torero no es afortunada, lo descalifica y da por seguro que en la anterior «sonó la flauta por casualidad».

Las mismas empresas, que debieran cuidar con mimo a quienes empiezan y analizar con escrúpulo sus posibilidades, suelen desentenderse de ellos, porque estiman más conveniente recoger frutos que sembrar. Ahí están, a título de ejemplo, novilleros tan prometedores como Sánchez, Puerto, Antonio. Lozano, Luis Miguel Ruiz, que en toda la temporada no han conseguido remontar la cifra de siete actuaciones. Es imposible que un novillero pueda formarse y dar la medida real de su capacidad con siete actuaciones por temporada. A no ser que, efectivamente, «suene la flauta por casualidad».

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