Telefónica, un mito en entredicho

Recientemente en el boletín semanal de la Bolsa, de Dacsa (grupo Banca Catalana), se publicó un estudio sobre la Telefónica con el título "El ocaso de una estrella». Por su interés, lo reproducimos a continuación, haciendo la salvedad que todo análisis de un período depende de la fecha base (o de «entrada») y de la fecha final (o de «salida») y que la evolución negativa de este monopolio es bastante paralela a la de los demás valores punteros de nuestro mercado de valores, como se desprende del gráfico.

«Desde que en la segunda mitad de la década de los sesenta nuestras Bolsas iniciaron...

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Recientemente en el boletín semanal de la Bolsa, de Dacsa (grupo Banca Catalana), se publicó un estudio sobre la Telefónica con el título "El ocaso de una estrella». Por su interés, lo reproducimos a continuación, haciendo la salvedad que todo análisis de un período depende de la fecha base (o de «entrada») y de la fecha final (o de «salida») y que la evolución negativa de este monopolio es bastante paralela a la de los demás valores punteros de nuestro mercado de valores, como se desprende del gráfico.

«Desde que en la segunda mitad de la década de los sesenta nuestras Bolsas iniciaron el despegue que con escasas interrupciones duró hasta 1974, la Telefónica ha sido, sin lugar a dudas, el valor más importante de nuestro mercado. Su volumen de negociación llegó a superar en 1973 el 7% del total de transacciones mobiliarias del país y su capitalización bursátil fue en 1974 la primera entre las empresas no americanas del mundo, alcanzando el 17% del valor total del mercado español. La base para conseguirlo ha residido, como es de sobra conocido, en una audaz campaña publicitaria de difusión accionarial usando técnicas de marketing financiero por vez primera en nuestro país y en un aprovechamiento máximo de la peculiar y elevada valoración que el mercado otorgaba a las ampliaciones de capital. La política mantenida durante once años, de 1965 a 1975, de ampliar uno por cinco, a la par, ha sido la clave del éxito, al ofrecer un precio medio del derecho de 133 pesetas, que era considerado por los accionistas como un supercomplemento del dividendo. La opinión de los técnicos, que casi con unanimidad pronosticaban cada año, a partir de 1970, un mal final de la operación, era desmentida año tras año por la actuación de unos inversores que no utilizaban, en absoluto, criterios de tipo técnico. Pero forzosamente, las cosas debían de ir de otra manera. en 1974 y 1975, al alimón con la baja del mercado, pero superándola, la cotización empezó a palidecer, pese a que se beneficiara del apoyo del Banco de España. Pero el año pasado el descenso se agravó, superando a finales de octubre, el 30% viéndose la compañía obligada a reducir la ampliación a uno por seis, con lo que los cupones se pagaron a una media de diecisiete pesetas. Con ello se ennegrecían todavía más, las perspectivas para 1977, cumpliéndose los pronósticos al descender 30 % la cotización hasta niveles del 90 %. Así, aun cuando la dirección todavía no ha renunciado a ampliar, ha debido hacerlo en la proporción de uno por diez al 70 %, pagándose el cupón, cuyo teórico es de tan sólo ocho pesetas, a un escuálido duro.Por ello, del total de 77.000 millones que la compañía va a invertir este año, sólo va a obtener 10.069 de la ampliación, es decir, un 13 % en lugar de la tercera parte que venía obteniendo tradicionalmente. Puesto que la autofinanciación alcanzará alrededor de 23.000 millones, la compañía se verá obligada a recurrir a los recursos ajenos, por un importe cercano a los 44.000 millones. De cumplirse estas previsiones, la capacidad de endeudamiento de Telefónica estaría en 1978 próxima a agotarse y el cumplimiento del objetivo de aumentar las inversiones un 12 % anual seria más que problemático en los años venideros.

Está claro, por tanto, que el descalabro sufrido por la cotización es consecuencia, además del bajón general, de la arriesgada política ampliatoria emprendida. El aumento de- dividendo que se inició el año pasado y ha continuado en el, actual, parece en cambio un camino más realista y sensato, aunque de poco sirva para consolar los 500.000 accionistas que, como puede verse en el cuadro, han empezado ya a perder dinero, aun cuando entraran en una época tan lejana como 1971. La clave para el futuro debe estar, como siempre, en que la empresa consiga aumentar la rentabilidad de sus recursos propios, que en los últimos tres años ha descendido hasta situarse en el 6,7 %, y esta, dados los precios políticos del servicio, es una tarea realmente ardua.»

Puestos en contacto con dicha compañía, su subdirector financiero, Luis García Velarde, nos explicó así la financiación de las inversiones efectuadas este año.

Los 77.000 millones previstos inicialmente se han reducido ligeramente, por varias razones (mayor productividad, etcétera) y se van a quedar (aún no hay cifras definitivas) en unos 75.000. Este monto se cubre de la siguiente manera: 10.068 millones de la ampliación en curso; 20.000 en emisiones de obligaciones; 12.000 millones en créditos a medio plazo de proveedores; 8. 800 en sendos préstamos exteriores de 55 y cincuenta millones de dólares y el resto en pequeños créditos nuevos a medio plazo de bancos privados.

Respecto al estudio de Dacsa, se nos insistió en que hay muchas maneras de computar los rendimientos de unas acciones. Por ejemplo, para el mismo período, pero sin reinversiones del dividendo, ni de los derechos de suscripción, da una relación beneficio-inversión inicial de un 32,35 % positivo.

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