Cartas al director

Criticar al crítico

El señor Georges E. Wellwarth publicó en EL PAIS del miércoles 21 de septiembre un texto que pretende ser una recensión de la tercera edición de mi Historia del teatro español. Siglo XX. Madrid, ediciones Cátedra, 1977. Sin embargo, olvidó decir al lector -y supongo que al editor- algo que un crítico con un mínimo de dignidad profesional y de honradez intelectual no suele olvidar, a saber: que su «recensión» es la traducción de otra idéntica publicada con anterioridad en inglés, en la revista norteamericana Hispania (60, marzo 1977, p. 165), a la que se ha limitado a aña...

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El señor Georges E. Wellwarth publicó en EL PAIS del miércoles 21 de septiembre un texto que pretende ser una recensión de la tercera edición de mi Historia del teatro español. Siglo XX. Madrid, ediciones Cátedra, 1977. Sin embargo, olvidó decir al lector -y supongo que al editor- algo que un crítico con un mínimo de dignidad profesional y de honradez intelectual no suele olvidar, a saber: que su «recensión» es la traducción de otra idéntica publicada con anterioridad en inglés, en la revista norteamericana Hispania (60, marzo 1977, p. 165), a la que se ha limitado a añadir algunas líneas nuevas, mediante el procedimiento retórico de la amplificatio.A su reseña en inglés contesté ya en español en la misma revista Hispania (60, septiembre 1977, pp. 501-502). Mi respuesta se titulaba «De ética profesional y otras cosas». A ella remito, pues, al lector interesado, si es que los hay, pues, a diferencia del señor Wellwarth, no creo que valga la pena, en este caso, volver a publicar lo ya publicado, incluso advirtiendo de ello al lector y al editor.

Al parecer, el señor WeIlwarth no me perdona ni en inglés ni en español, que tanto monta el uno como el otro, el que me haya atrevido a enfocar, desde puntos de vista opuestos a los suyos, una parcela del teatro español contemporáneo que él se había acostumbrado a considerar, sin duda, como territorio exclusivo o feudo en propiedad.

Aunque sus pretensiones no pasen de tales, creo, sin embargo, que el señor WelIwarth haría bien en considerar seriamente si es que la objetividad le preocupa, cuál es el valor y cuál la validez de su «carnet de identidad» de crítico de teatro español del siglo XX, pues dar por supuesta su legitimidad, sin más, me parece un abuso de confianza.

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