Discurso triunfalista de Margaret Thatcher en el congreso conservador de Blackpool

Una Margaret Thatcher desafiante anunció ayer en la asamblea de su partido, el conservador, que podría no estar muy lejos el tiempo en que Gran Bretaña tuviera un Gobierno presidido por ella.Sin los nerviosismos del año pasado, cuando llevaba poco más de un año como jefe de los tories, Margaret Thatcher hizo ayer también un discurso apocalíptico: «Por este camino -dijo refiriéndose a la actuación del actual Gobierno laborista- se va hacia un Estado socialista total. »

El discurso de Margaret Thatcher fue, en realidad, un programa de Gobierno. «El partido del pueblo», como el...

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Una Margaret Thatcher desafiante anunció ayer en la asamblea de su partido, el conservador, que podría no estar muy lejos el tiempo en que Gran Bretaña tuviera un Gobierno presidido por ella.Sin los nerviosismos del año pasado, cuando llevaba poco más de un año como jefe de los tories, Margaret Thatcher hizo ayer también un discurso apocalíptico: «Por este camino -dijo refiriéndose a la actuación del actual Gobierno laborista- se va hacia un Estado socialista total. »

El discurso de Margaret Thatcher fue, en realidad, un programa de Gobierno. «El partido del pueblo», como ella llama al suyo, anulará impuestos, equipará y pagará mejor a la policía, devolverá la moral a las fuerzas armadas, luchará para que Irlanda del Norte siga siendo parte integrante del Reino Unido y revocará todas las medidas nacionalizadoras que la Administración actual ha introducido «con el dinero de los británicos».

El suyo será un Gobierno «reaccionario», dijo Margaret Thatcher, si por reaccionario se entiende el acto de ir en contra de todo lo que James Callaghan ha impuesto, desafiando lo que ella cree que son los deseos de los habitantes de este país.

La actitud moderada que los laboristas mostraron en la reciente assmblea de su partido, dijo ayer la líder conservadora, es una trampa preelectoral «de un grupo político que quie reestablecer el marxismo en este país; con la ayuda de los liberales», cuya complacencia fue criticada repetidamente por la portavoz principal de la oposición parlamentaria.

Margaret Thatcher estaba en buena forma. Hizo un uso moderado de las bromas que se le gastan en este país al primer ministro, CaIlaghan, desde que su yerno, el actual embajador británico en Washington, lo identificó como un Moisés que iba a dar la tierra prometida a los habitantes del Reino Unido. Vestida de azul y saludada por fervientes conservadores tocados con sombreros en los que predominaba ese color, Margaret Thatcher dijo con seriedad, hasta en sus bromas más hilarantes: «Quizá Callaghan se ha puesto dentro de las ropas de David Steel (el líder liberal con el que el laborista mantiene un pacto parlamentario), porque podría parecer especialmente ridículo vestido con las mías.»

A Margaret Thatcher le gusta que se hable de un futuro «Gobierno Thatcher». Cuanto más lo oye, más le gusta esa asociación de palabras. El aplauso que le prodigaron los miembros de su partido -cinco minutos de ovación tuvo al final como regalo preelectoral indica que a todos los tories que se han- reunido éstos días en Blackpool les entusíasma también la idea.

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